Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Atribuye el alcalde de Madrid el mote de ?La Peineta? al gracejo de algún periodista que bautizó de esa manera al estadio olímpico, (de momento no tenemos Juegos pero sí un estadio). En la carpa de la presentación del nuevo centro internacional de negocios de Madrid, Ruiz Gallardón se preguntaba cómo llamarán los madrileños al conjunto resultante entre la imagen de las torres y el nuevo macro-edificio. Igual ignora que ese mismo gracejo popular denomina ?los bolos de Bin Laden? a las cuatro moles gigantescas, ?unas torres que nunca taparán la luz sobre el Ayuntamiento de Madrid?, (textual). Y, en cuanto al nuevo proyecto que tendrá forma de enorme pelota, y no de pirámide, queda abierto el concurso público para saber de quién son esas pelotas. Algo parecido ocurrió con Espartero que pasó a la historia por su montura.
Le gusta a Gallardón la poesía de la arquitectura y el cemento; lo demostró al hablar de ?la función trigonométrica del coseno en la arquitectura?, (que tiene título de curso de verano en El Escorial, de los que dejan muchas sillas vacías). Cuestiones líricas aparte el centro cuenta con la garantía de Luís Blázquez, el que fuera su eficaz consejero de Economía y Hacienda en la Comunidad, y está llamado a ser otro de los motores de Madrid junto a Ifema. Blázquez diseñó los nuevos polígonos industriales que tiene la región.
Gallardón es partidario de que las cosas tengan su nombre, bautizadas de una manera natural, y se pregunta de qué manera los vecinos nominarán a este edificio que será seña de identidad de la geografía madrileña y que aparecerá en todas las postales del futuro. En París lo tuvieron más fácil, cuando Eiffel hizo una torre le pusieron su nombre y ya está.
En primera fila Miguel Blesa charlaba de manera animada con Fernández Tapias, ambos sin quitarse el abrigo porque hacía un frío de mausoleo. La conversación entre ellos, en la que participó de manera ocasional Álvarez del Manzano, también pudiera tener otro nombre.
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