Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
En el Ayuntamiento de Madrid, en algún sótano del nuevo edificio de Cibeles, (Laberinto de Pasiones II), deben tener un foso al que arrojan las denuncias que acumulan los bares de copas. Da igual que el local tenga una denuncia por ruido, por incumplir el horario o por dar palizas de manera habitual; todo se lo traga el silencio administrativo con voracidad de león de documental de La 2. Hasta es posible que el funcionario encargado de archivar los expedientes luego sea engullido por unas arenas movedizas para no dejar rastro de lo que allí ocurrió. Si Agatha Christie fuera cronista de la Villa, hoy, se ponía las botas aunque como vecina se pusiera de los nervios con lo que tendría que aguantar en la calle.
Han tenido que matar a un chaval para que el Ayuntamiento retirara la licencia de ?El Balcón de Rosales? de manera fulminante, tal vez agitados por un rayo de coherencia postrera. El chiringuito discotequero acumulaba cerca de medio centenar de expedientes en contra, algunos también por agresiones a sus clientes, pero a los responsables municipales les debía parecer la capilla Sixtina del descorche puesto que la Junta de Moncloa celebró allí la última Navidad, (y lo de última parece que esta vez va en serio). El concejal de IU, Ángel Lara, aporta al Código Penal el término de responsabilidad moral del Ayuntamiento. No es un tipo delictivo que se contemple en el articulado del código pero todo pudiera ser que se tratara de una visión castiza de la violencia consentida.
Hay varios factores que concluyen en esta terrible desgracia pero el más complicado de digerir es el caos de la corporación municipal madrileña. Por un lado, en la cara de algunos porteros de discoteca uno puede darse cuenta de que no pertenecen al ?servicio de inteligencia?. Por otra parte es verdad que los vecinos han abandonado toda esperanza de que sus denuncias prosperen, (algunos locales las coleccionan como el que enseña el libro de firmas de personas ilustres). Eso sin contar con los que llevan años funcionando con licencias provisionales que se renuevan con total impunidad, y ponga usted las sillas que quiera en las terrazas que nosotros no las contamos? Pero lo más cuesta creer es la inactividad administrativa del Ayuntamiento gobernado por Gallardón, sin duda que no es malicia sino desidia que es bastante peor.
Tres matones han tenido que acabar, presuntamente, con la vida de Álvaro Ussía para que clausuraran el local. En la noche de Madrid la norma con sangre entra. Una denuncia tras otra, cien papeles una carpeta, y con cien carpetas de irregularidades han matado a una persona. Con la anulación de la licencia al ?Balcón de Rosales? lavan la mala conciencia y se evitan una inspección que lleve a cerrar a cuántos otros locales se encuentran en las mismas condiciones. A grandes males grandes cerrojazos.
Si hay matones de discoteca es porque encuentran trabajo con facilidad, la industria del mal siempre fue un negocio rentable. Aunque los locales de la noche estuvieran plagados de exquisitos licenciados en Filosofía Helénica por La Sorbona la ilegalidad hubiera sido la misma. Aunque fueran inocentes monaguillos sentados en un escalón de la puerta moviendo abúlicos un incensario; también. Por desgracia estaban estos tres chulos de callejón, unos auténticos gili-puertas.
Compartir: