Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
El doctor House se habría puesto las botas en la Asamblea de IU, pero habría tenido problemas para fijar la hora exacta de la defunción porque el enfermo respira en contra de la lógica de la bioquímica política. A primera hora de la mañana el candidato era el mallorquín Eberhard Grosske, pero luego los críticos del PCE cortaron el baile del delfín y de paso la Nacional II, (que era el término de la tercería vía de Nuet). Grosske, Nuet e Inés Sabanés caían como piezas de ajedrez antes de iniciar la partida. Los comunistas con Paco Frutos tenían su alternativa en Cayo Lara, (excelente nombre para un cónsul de Roma en la época de Augusto), y luego aparecieron Sánchez Gordillo y Haizea Miguela. Así pues no había forma de consensuar nada, a cada discusión se abría una brecha mayor en el suelo, ?aquí el Espíritu Santo tiene que echar horas extras?, decía un veterano dirigente del PCE. Nada, no había fumata roja.
El mensaje oficial que Nuet repetía con palabras subrayadas era que nadie había perdido; IU se conformaba con el empate y eso que jugaban en casa y con la portería vacía porque Llamazares había abandonado los tres palos. Pero era una conciliación tan falsa como inestable, más bien parece que contra Gaspar se vivía mejor. A Rosa Aguilar le hicieron todo tipo de proposiciones pero lo único que consiguieron es que a la alcaldesa de Córdoba le subiera la fiebre y terminara el acto con 39. El trancazo de Rosa era inevitable, (de semejante caos un cuerpo no sale indemne. Hasta los glóbulos rojos dimiten).
Una formación que necesita una hora y media para contar los votos de un resultado que se sabe de antemano, tiene algo más que un problema algebraico. Una formación que es incapaz de aclarar los apoyos de cada lista es una locura sin timón. Una formación que quema candidatos antes de ser elegidos es lo más parecido a una exposición de plantas carnívoras en un invernadero. Para contribuir al buen ambiente Nuet decía en la tribuna que los críticos ?se debían comer sus propias palabras?, un mensaje de buen rollito, y eso que en el pasillo recordaba que no se podían tolerar más peleas de familia. Cuando tomó la palabra Cayo, el procónsul de Frutos, le recibieron con pitos y palmas.
En IU se comprueba el axioma marxista, (sector Groucho): toda situación desesperada es susceptible de empeoramiento y entonces apareció Juan Manuel Sánchez Gordillo que es a la prudencia política lo mismo que Poli Díaz a la presidencia del Ateneo. El de Marinaleda habla como si Trosky fuera a resucitar de un momento a otro. El premio a la moral hay que dárselo, sin discusión, al número 95 de la lista de Sánchez Gordillo: Javier Aguilera Galera. Aceptar ir el último, y en esa formación, es de persona con una fe muy sólida. Dos días más de debates y terminan votando que la tierra es plana.
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