Descuidos que matan

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

No hay micrófono inocente, nunca. Y a Rajoy un micrófono le ha dado una cornada en la femoral patriótica, (según él era una manera distendida de hablar), pero lo cierto es que ha dicho que acudir al desfile de la Fiesta Nacional era un ?coñazo?. No sabemos a quién creer, si al Rajoy de hace un año que se puso un traje de jefe de Estado para regalarnos un discurso patriótico en el que nos animaba a seguir el desfile, o al Rajoy de ahora, cansado, molesto, irritado a veces, que suelta por la boca lo que en el fondo piensa. Rajoy es un líder cansado, pero no tanto de batallar (y perder) contra Zapatero, sino de aguantar los palos del sombrajo intelectual del edificio de la calle Génova de Madrid. A Rajoy hace tiempo que se le ve con ganas de mandarlo todo al pairo, y él fumarse un puro.
Hay descuidos que matan, y ya veremos si los barones del PP no le pasan factura por un ?coñazo? inoportuno y que define una etapa de su gestión. Porque si Rajoy está harto no tiene más que mirar a su lado para darse cuenta de que tiene banquillo. Igual es que a Rajoy también le cansa ver cómo Esperanza Aguirre está en mejor forma que él, a pesar del Congreso de Valencia en el que trataron de fulminarla. A lo mejor le cansa también comprobar que Gallardón quería estar muy cerca, no tanto para echarle una mano, como para presenciar en directo su caída.
No se trata de un feo hacia el Ejército español, (eso no pega con la actitud que siempre ha mantenido Rajoy), se trata de un lapsus producido por el agotamiento acumulado. El Ejército está por encima de esas cuitas; en realidad el milagro de la transición ha consistido en conseguir que nuestras tropas sean tenidas como orgullo nacional. Ya no hay ruido de sables, no queda rastro del ejército golpista de Franco, ahora los militares tienen una notable consideración y respeto. Algo que han logrado con su trabajo y también con la sangre derramada en distintas misiones distribuidas por las cuatro esquinas del mundo. No cabe duda de que el Ejército es una de las instituciones más respetadas en España.
Quizá el líder del PP se sienta como un general decimonónico al que no le acompañaba la tropa, de ahí su hartazgo después de muchas batallas, (entre otras la que acaba de perder con UPN). Es posible que Rajoy, como los jefes militares que volvieron derrotados en Annual, pida a gritos un destino en un despacho antes que volver a enfrentarse a las ?harkas? rifeñas. En ese caso Rajoy no querría asistir al desfile de su relevo puesto que le daría vértigo ver el paso de otros generales más dispuestos que él. Sólo el debate para salir de la crisis económica puede hurtar al PP afrontar el problema de liderazgo que arrastra.

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