La muerte a cámara lenta

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Decía Groucho Marx: ?disculpen que les llame señores pero es que todavía no les conozco?. Pongamos las cartas sobre la mesa y reconozcamos que en la profesión, en este ?territorio comanche? bautizado por Pérez Reverte, todos nos conocemos. Y dejemos claro que todos haríamos palmas con las orejas con tal de conseguir una buena noticia. Por lo tanto no seré yo quién le afee la conducta a ?El País? por publicar el video del avión accidentado en Barajas, (imágenes que luego han reproducido otros medios). La discusión no es tanto la oportunidad, ni la filtración por parte de Fomento; el debate es pensar qué aporta a la comunidad informativa ver como se matan ciento cincuenta y cuatro personas en nueve segundos. Ver esas imágenes a cámara lenta, una y otra vez, así hasta provocar la impotencia de lo que no tiene remedio. Si para ilustrar la noticia del avión de Spanair hay que poner unas imágenes tomadas de lejos en las que se ve a seres humanos caminando hacia el fuego negro, yo me borro de esto.
Me ha ocurrido el mismo shock que tuve el día en el que Tele 5 ofreció, a las tres de la tarde, las imágenes de las explosiones del 11-M en Atocha. Ver a todas esas personas que subían por una escalera mecánica y que de repente desaparecían, producía estupor. Entonces me puse en la piel de los heridos, de los familiares, y pensé que habíamos llegado demasiado lejos. No creo que a nadie, en su sano juicio, se le ocurriera poner unas imágenes de cómo un hombre acuchilla a una mujer y la sangre mana por el costado como en una película de Tarantino.
No soy muy creyente en la ética periodística porque cada uno pone la altura de su ombligo donde puede, pero sí estimo que hay imágenes que duelen más que cien puñaladas. No se puede ?tombolear? con la muerte de más de cien personas, y no culpo al medio que ha obtenido las imágenes sino a la sociedad que se las traga sin rechistar. Lo que ha ocurrido es para que a Enrique Múgica se le llenara la mesa de cartas de ciudadanos pidiendo amparo ante el atropello de la información. Y para que la siempre irritada Ministra de Fomento busque una buena explicación a cómo se filtró la cinta.
En el fondo de la cuestión brilla algo terrible: Barajas, T4, una Terminal del siglo XXI en la que un avión tiene un accidente gravísimo y nadie se entera de nada porque desde la torre de control no ven la pista. Es verdad que la mayor parte de nuestra vida está en manos del destino y que no hay un ángel de la guarda que trabaje veinticuatro horas, (tienen un convenio que les permite descansar más que antes). Barajas es un páramo de la seguridad. Me pregunto cuántos de aquellos se podrían haber salvado en caso de haber llegado el rescate a tiempo.

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