Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La Ministra de Ciencia y Tecnología, Cristina Garmendia, tiene el apasionante reto de buscar nuevas formas de energía que cambien nuestros hábitos de consumo. Básicamente consiste en dejar de ser esclavos del petróleo, hoy por hoy nuestra mayor hipoteca nacional. Recordaba ?La Gaceta de Salamanca? que el barril ha bajado de precio desde el mes de abril, pero la gasolina se paga un 7,5 por ciento más cara desde entonces. La razón es que el petróleo lo compramos en dólares y el dólar ha cogido fuerza con respecto al euro, por lo tanto lo comido por lo pagado. Y no olvidemos que en los impuestos de la gasolina está la mayor hucha del Estado; tal y cómo están las cuentas no creo que Solbes esté dispuesto a soltar un céntimo. Por lo tanto, si alguien espera que nos bajen la gasolina, ya puede ir sentándose para no coger dolor de espalda.
Imaginemos, (que ya es mucho imaginar), que la Ministra consigue hallar una fuente de energía alternativa, aunque fuera la nuclear que tantos rechazos provoca y cuyo debate parece que nadie está dispuesto a abrir por si le caen chuzos de punta. Tengamos por seguro que en esa nueva fuente energética también metería cuchara el Estado para gravar impuestos porque no iba a dejar que pasara una oportunidad tan golosa. Por lo tanto da igual de qué forma nos abastezcamos, lo importante es que el Estado no va a aflojar la presión fiscal puesto que los tiempos pintan pardos. Se ha venido haciendo así desde que se cobraban diezmos por el trigo.
Tenemos un gobierno que dice ser de izquierdas pero que aplica medidas económicas de derechas, un extraño caso de travestismo político que pasma. Hasta que Felipe González no jubiló a Marx en 1979, (para abrazar la socialdemocracia con entusiasmo), bajar impuestos era de derechas. Pero luego la historia se complicó y aquellos que eran hijos de Marx se dieron al golf, a la ?beautiful people? y a un Plan Renove de parejas a ser posible acompañado por una segunda residencia en Marbella. A partir de ese momento noche y día se confundieron tanto como los murciélagos ante la luz, y se hizo el caos ideológico.
Zapatero es capaz de anunciar en el Congreso medidas de incentivo económico pero no afloja el precio de la gasolina que está compuesto fundamentalmente por impuestos. En caso de descubrir otra fuente de energía tampoco iba a renunciar a su correspondiente fiscalidad. Estamos metidos en una trampa y el PSOE en una incongruencia que pagamos todos. Siempre se ha hablado de los complejos de la derecha pero mucho hay que contar de las contradicciones de una supuesta izquierda. Eso es un buen tema también para que Garmendia investigue. Tendrá que echarle paciencia.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion