Champán francés

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Si quieres ver una ruina date una vuelta por el piano bar de un hotel de lujo, allí sólo es de lujo el arte del pianista, lo demás es decadencia de las carnes y ocaso de los días. Un morir en vida a base de estiramientos faciales y de crema para los pies. Federer, el tenista, se ha buscado un hotelazo en Pekín para no pisar la Villa Olímpica, entre otras cosas porque teme encontrarse con Nadal.
El tenista español entiende mejor que Federer el concepto ?vidilla olímpica?, y de ahí que se haya querido mezclar con el resto de deportistas. Nadal le ha arrebatado el número uno del mundo a Federer porque sabe estar en el mejor sitio: tanto en el campo como en la vida. No es igual compartir las tardes de piano bar con unas jubiladas mitómanas que le van a dar el coñazo a Federer hasta la desesperación, que pasar ese mismo tiempo ampliando conocimientos con el equipo de voley-playa de Brasil. O enseñar a una corredora de cien metros la diferencia entre un corzo y un caballo trotón. Mozart dejó hermosas partituras par las tardes de hotel de cinco estrellas, pero también hay culos que son una obra de arte, de ahí que se entienda mejor la residencia elegida por Nadal.
Mucho champán francés y mucha suite de cama endoselada pero nada es comparable con sostener la bandeja de plástico del desayuno junto a bigarda olímpica. Ni aunque sea a costa de tomar un bio con sabor a tiza.
Nadal es un monstruo, antes de que lleguen las medallas él se ha colocado en el podio. En los Juegos se trata de superar récords y allí está, en Pekín, dispuesto a darlo todo en ?el resto?.

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