Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La corrupción es un tablero y algunos caen en la casilla de la alcaldía por casualidad, otros caen en la del constructor voraz, en la del pozo, o en la de Roca, (y tiro porque me toca), y así. Es el azar el que juega a los dados y no al revés. A David Valadaez le ha tocado la casilla de alcalde de Estepona por chiripa, la operación ?Astapa? metió a su jefe en la cárcel y no quedaba otro del PSOE local ni más dispuesto ni más cerca. La primera decisión de Valadaez debería haber sido acudir a un protésico dental porque tiene ?boca de piano cojo? pero, en cambio, su primer ordeno y mando ha sido suspender a veinticinco personas de confianza que le tocaban en razón del cargo. Es posible que el César de Roma tuviera menos asesores a su alrededor, o que en la Casa Blanca no haya tal número de pelotas presidenciales en cualquiera de las dos alas. Con veinticinco personas de confianza te da para montar un equipo con doce apóstoles y otros doce de reserva, más el utillero por si a Judas le da un tirón. Parecen un exceso pero es lo que se estila, (entre esos veinticinco íntimos del alcalde estaba Patricia Rojo, hija del presidente del Senado, y encausada en razón del urbanismo perverso).
Por lo tanto en Estepona no había corrupción sino un exceso de confianza. La mayor parte de las personas tienen un par de amigos íntimos, a todo tirar, pero cuando te hacen alcalde de la Costa del Sol te colocan un séquito que más que servidumbre es pesadumbre de compañía. Veinticinco personas de confianza son otras tantas llamadas al móvil en momentos íntimos, ¡total, como son de confianza!, veinticinco marujeos y compadreos, veinticinco personas de las que despedirse antes de ir a la cama. Mucha responsabilidad para Valadaez, se entiende. Bien es cierto que la confianza esteponera no estaba creada en función del altruismo humanitario sino del pille urbanístico, es decir que donde hay negocio hay fraternidad. Ante el ladrillo: unidad. Lo decía Alain Peyrefitte en su obra ?La sociedad de la confianza?: ?cabe preguntarse: ¿admiten los hechos económicos y sociales bruscas rupturas??. Respuesta: pues no. Dudo que el alcalde ?boca piano? haya leído a Niklas Luhmann cuando afirmaba que la confianza es la base de toda organización social. Por eso Juan Antonio Roca ha reconocido que pagó una pasta al juez Francisco Javier de Urquía, (tan sólo porque era su magistrado de ?confianza?). Ese potente lazo de solidaridad fue suficiente para rematar una hipoteca de bulto.
Lo que ha hecho el nuevo alcalde de Estepona al deshacer el Ilustre Cuerpo de Pelotas Municipales es un acto que tiene consecuencias filosóficas, (y él sin conocerlas); a partir de ahora con menos de confianza ya está bien. Se disuelve una hermandad que iba camino de ser más numerosa que algunas de las que cruzan las marismas camino del Rocío. Ahora, con la conciencia más tranquila, podrá acudir a su protésico dental de ?confianza?. Hay que nivelar ese piano.
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