Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Según cuenta la información que publica M2, Esperanza Aguirre se dio una vuelta por las obras de la carretera de los pantanos y apreció lo que se conoce por ?herencia Lamela?: allí no habían hecho nada. Y eso que el ex consejero dio ?palabrita del Niño Jesús? a que la carretera estaba terminada en agosto. Nasti, que no. Así que la presidenta ha aplicado su máxima de ?pico y pala? pero en el sentido menos metafórico del término. Debido a la celeridad de las obras aquello pasa de ser la carretera de los pantanos a convertirse en la carrera de los pantanos.
Si García Márquez coge el argumento de la M-501, le sale la segunda parte de ?Cien años de soledad?. En ninguna otra obra pública podemos encontrar tantos personajes que hayan intervenido, hasta la hoy secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, también pasó por este asunto. Sin olvidar la polémica de la deyección del lince que se conserva en un frasquito, (espero que dentro de una nevera y con sus moscas correspondientes). Cagarruta de animal que algunos están convencidos de que en caso de ser analizada saldría el ADN de algún alcalde díscolo. Pero contra la costumbre de hacer de vientre en las cunetas no hay legislación que pueda; uno puede impedir que se fume pero no que haya personas que tengan el muelle flojo y se alivien en cuclillas al borde del tráfico rodado.
La parte seria de la carrera es la denuncia de los ecologistas que se han plantado en Europa para impedir lo que consideran un atentado al medio ambiente; cuando compiten las obras públicas y el interés de los ecologistas, uno se tiene que poner del lado verde porque el campo somos todos. Igual habría que trabajar un consenso con los ecologistas sobre el trazado y no correr tanto sino buscar una solución que satisfaga a conductores y miembros de la Plataforma que está en contra. Las quejas se pueden acallar pero la razón es más poderosa que el asfalto y se lo termina comiendo. Las prisas son para los toreros malos y para los que roban panderetas; no son recomendables en general.
El otro lío es la M-61 que atraviesa el Monte del Pardo a través de un túnel, el Ayuntamiento de Madrid tenía proyectado un gran pulmón al norte pero le puede dar un ataque de asma. La M-61 puede ser el momento de ver cuán unidos caminan los dos máximos dirigentes del PP en Madrid. No sería de extrañar que Gallardón hiciera unos cambios en el escudo de la ciudad para convertirlo en ?el lince y el madroño?. Atentos a la pantalla porque se pueden producir roces achacables a esas inesperadas, violentas, aunque también pasajeras, tormentas eléctricas del verano. Cuando el ambiente está caldeado se lía una térmica en pocos minutos. Cuando hay carretera por medio nunca siempre la línea recta es el camino más corto entre dos puntos.
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