Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Garcilaso tendría que resucitar para darle solución al enigma del PP madrileño, ahora que Gallardón rima con ?puestón?, Aguirre queda suelta y sin que nadie le rime. Un cambio de tornas que supone un cambio de estilo de entender el PP madrileño. Por los pasillos del Congreso de Valencia se hablaba de honor, de honra sin barcos, de lealtades quebrantadas y de ?chutis? agradecidos; valores del Siglo de Oro en desuso. Hacía tanto calor que nadie habría podido ponerse una capa pero es cierto que hubo mucho embozado en mangas de camisa. Quizá por eso Ignacio González, descabalgado por no tirar de la soga del botafumeiro, se dejó barba de Alatriste. En la barba de Ignacio González hay la melancolía de los que venían de Flandes cansados de servir a un mal rey.
Ya el viernes se complicaron las tornas para el ?aguirrismo? cuando el diputado regional, Juan Soler, cuestionó el sistema de mayorías de las ponencias. Su obstinación le tocó las narices a Trillo que, muy nervioso, pidió ?¡Democraticidad, señores!?, (un nuevo palabro para el diccionario de español urgente de Bibiana Aido). El mal rollo se hizo palpable cuando una delegada gallega le espetó a García Granda, compromisario de Chamberí, que los madrileños siempre la están liando y que estaban hartos de ellos. Por lo tanto el terreno estaba sembrado para que el sábado Rajoy hiciera repaso de disidentes; no pudiendo deportarlos a Fuerteventura como hacía Alfonso XIII con los díscolos, lo que hizo fue dar la vuelta a la tortilla. Cobo y Gallardón no ocultaban su entusiasmo, en el caso del alcalde casi teatral cuando saludó con los brazos cruzados llevándose las manos a los hombros, (gesto de faraón donde los haya). Manuel Cobo iba de puntillas sobre su propio entusiasmo hasta que el diputado Juan Morano le dio la enhorabuena en el pasillo, aunque le matizó que no estaba de acuerdo con él en muchas cosas. Morano también tiene un libro escrito de versos sueltos.
Francisco Granados prefirió hacer paquete junto a Ignacio González y acompañarle en cuantas intervenciones le demandaban las cámaras de televisión; en uno de esos ?canutazos? se vio pasar a Lamela sin detenerse al auxilio de sus compañeros, tal vez no cayó en la cuenta. El auditorio era de enormes dimensiones y de múltiples escaleras, para representar una comedia siempre hacen falta al menos tres puertas para que los personajes entren y salgan. Pizarro bajaba por una escalera mecánica como el que está en tránsito hacia alguna parte, acompañado por el presidente de Nuevas Generaciones, Pablo Casado, que se ha tomado como misión escoltar a Pizarro en cuantas escaleras haya que tomar sea la ciudad que sea. Por la misma vía mecánica acababa de bajar Lucía Figar con su marido, se le escapó un bostezo sin duda involuntario después de escuchar la intervención de Soraya, un cierto sopor de los que apaña un café recién hecho. Bastante solitario andaba también Iñigo Henríquez de Luna después de que tumbaran su enmienda de primarias, alguien debió enseñarle una ristra de ajos y un crucifijo para que abandonara esa idea endemoniada y peligrosa que amenazaba con introducir la democracia interna. Bien está que las bases de rebelen pero sólo un ratito, no vayamos a confundir deseos con realidades.
A Alfredo Prada le pusieron la medalla de la ?lealtad mariana? en el pecho, y la lucía con cierto orgullo, como el alumno que ve su foto en el cuadro de honor de final de curso. Elvira Rodríguez fue ascendida al grupo de confianza de la nueva ejecutiva nacional, (Juan Carlos Aparicio le dio un abrazo que valía por un maillot amarillo del Tour de Francia, y ella le devolvió el detalle). Por su parte Güemes atusaba melena como buen insumiso de peluquería, Aznar y él están por el eslogan de que el tirabuzón es bello, y por bellos se tienen.
El cuartel general de la delegación madrileña se alojaba en el Hotel Sorolla, rebautizado como ?Soraya Palace?. Desde la altura de ese edificio Esperanza Aguirre se dio cuenta de que Valencia se había llenado de ?tiraboleiros? y por eso la referencia al botafumeiro, (los ?tiraboleiros? son esos señores encargados de lanzar el yo-yo gigante en la catedral de Santiago de Compostela, allí donde Fraga le reza al santo patrón para que inicie la reconquista al centro. El milagro es que no descalabren a nadie). Nacho Uriarte prometió no hablar de revolución el domingo pero el subconsciente le traicionó y lo hizo en su discurso. Revolución hubo, de ?tiraboleiros? y de rimas alteradas.
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