Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Rajoy, de suyo templado tirando a tibio, reventó en el mitin de Elche como un volcán abandonado. De ahí el énfasis, el acento y la voz cargada de furia. Si Rajoy hubiera hablado en sanscrito, igualmente hubiéramos captado su tono de cabreo. Aunque el autor de la Teoría del Caos, Edward Lorenz murió la semana pasada, eso no quiere decir que el caos se haya acabado, ni mucho menos.
Rajoy echa lava sobre Madrid. Una muestra de desprecio hacia aquellos que califica de ?los 25 de Madrid? y que intenta enfrentar al resto del partido, (en maniobra peligrosa porque se atribuye unos poderes que no tiene). Esos a los que ahora desprecia le han dado el mejor resultado que ha tenido el PP en toda su historia en la Comunidad de Madrid. Pero a Rajoy, que estuvo presente en el almuerzo de Aguirre en el que anunció aquel ?no me resigno?, ha tardado unos días en ponerse iracundo. Nos podemos preguntar quienes han pinchado al líder del PP y lo han catapultado al borde de la ruptura con Esperanza Aguirre.
La presidenta de Madrid ha dado incontables muestras de su apoyo al líder. Por si alguien busca datos que compruebe cómo Aguirre ha intervenido en 38 actos de Rajoy en la última campaña, (los puede enfrentar a los ?cero? actos que realizó Gallardón).
La furia de la tormenta desatada contra la presidenta de Madrid, que ni siquiera ha anunciado su candidatura, dan cuenta de la locura que se produce al querer matar moscas con ?toma-hawks?.
Demos por descontado el amable campo de discusión dialéctica que planteaba Esperanza Aguirre. En su partido no caben las discusiones sobre conceptos, más bien al contrario han entrado en una fase de bandidaje. El que tiene la faca más larga es el amo del camino, igual que en tiempos de Luis Candelas.
Aventurar lo que pueda ocurrir de aquí a junio es imposible. Pero me consta que acorralar a Aguirre con palabras gruesas no es un buen principio. ?Yo que tú no lo haría, forastero?, se decía en las películas del oeste.
Aquí está en juego la sucesión con todas las letras. Rajoy, con la mano en la empuñadura, debería recordar aquello que se inscribía en los filos de las espadas toledanas: ?no me saques sin razón, ni me envaines sin honor?. A Esperanza no le han dejado otra salida que exclamar: ?Sayonara, baby?
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Etiquetas: madridiario.es, opinion