Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Los jugadores están hechos para leer defensas, para marcar por áreas, pero no para enfrentarse a una garrapata, un insecto que sería perturbador para el perro de Casillas pero no para Casillas en calidad de dueño del animal. Si las garrapatas pueden con el hombre, entonces es que se acelera el cambio climático; huyamos, el fin está próximo. Si el poeta romántico inglés William Wordsworth hubiera escrito hoy su famoso verso Esplendor en la hierba, le habría tenido que cambiar el título por el de ¡Ojo: esplendor sí, pero peligro con la garrapata que muerde!. Por ahí arriba, en Alemania, se las gastan de a kilo, una simple garrapata veraniega es capaz de acabar con la vida de un lector que se recueste en un prado (de ahí que se haya perdido la afición por la literatura al aire libre).
Por esta parte del mare nostrum estamos hechos a la mosca cojonera que molesta en sangrías y en entierros, pero no teníamos constancia de la existencia de este animalito. Y menos mal que Bush le dijo el otro día a Putin que se había acabado la Guerra Fría, en otro caso tendríamos serios motivos para pensar que las garrapatas eran agentes de la Stasi controlados por el camarada Honecker. El antídoto es una vacuna que jugadores y cuerpo técnico han de ponerse en los próximos días. Y la pregunta es saber si a Raúl le van a vacunar de la garrapata preventiva o quizá Luis Aragonés opte por convocarlo a última hora y que el mordisco del insecto le resuelva el viejo contencioso que tiene con el mejor jugador de España.
También se nos plantea el problema de cómo vacunar a Luis, teniendo en cuenta que él no se quita los pantalones ni en el arco de seguridad de un aeropuerto (¿será necesaria una aguja de titanio que pueda atravesar el pantalón de pana y el gayumbo color carne del seleccionador? Hay que estudiar cómo llegar al glúteo de Aragonés sin acabar con su honra).
A los equipos les hace falta un hechicero que salga media hora antes al campo y desinfecte. O abrir un concurso nacional de domadores de garrapatas que tendría un mayor poder de convocatoria que Operación Triunfo. La imagen de Luis acompañado de Angel Cristo en el banquillo nos daría un caché complementario. Y así como en la NBA tienen a unas chicas muy apañadas que decoran los tiempos muertos, en los descansos podría salir Angel Cristo con unos aros en llamas y hacer que las garrapatas saltasen. Ese numerito nos daría fama y el cariño del público en los estadios. Y, quién sabe, si montar un espectáculo fuera de la Eurocopa: «Las garrapatas de Villar».
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Etiquetas: deportes opinión, el mundo