Dos partidos por el mismo ?eje?

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Lunes de Pascua de 2008; seguimos igual. El asunto de la remodelación del Paseo del Prado ha cruzado la frontera del milenio, los numeritos de Tita Cervera la que se iba a encadenar a un árbol, proyectos factibles y proyectos faraónicos. Por el lugar han transitado aproximadamente tres millones de japoneses, los ciclistas de la Vuelta a España y los del Día de la Bicicleta, varias manifestaciones, un circo y las Meninas de Velázquez cuando el Prado les da la tarde libre. Resultado: nada. Hasta el momento el municipio de Madrid, con su alcalde a la cabeza, no ha sabido dar una solución al tráfico rodado en la zona con mayor aglomeración cultural de Europa. Hasta el Barrio de las Letras tiene un trato mejor en la calificación de tránsito urbano, en cambio cualquier cartonero con un camión asmático y sin pasar la ITV le puede echar el CO2 encima a los impresionistas con la impunidad que da no tener los papeles en regla.
Extraña la escasa celeridad por solucionar el conflicto teniendo en cuenta que en Madrid los túneles se hacen solos, como todo el mundo sabe. Podríamos pensar que ha habido una mayor atención hacia los patos del Manzanares, (que jamás inspiraron obra artística alguna), que hacia los cuadros del Thyssen. En aquellos días de tuneladoras espaciales no habría costado nada que ?Dulcinea? se hubiera dado un paseo por debajo de Neptuno hasta hacerle temblar el tridente. Quién dice un pequeño agujero también dice cuatro carriles para facilitar el tráfico norte-sur y que dejen a la cultura al margen de los tubos de escape. No es por señalar, que está feo, pero en otras capitales como en París hace decenios que solucionaron el tráfico alrededor del Museo del Louvre. Y lo hicieron de la manera más eficaz: enterrándolo y prohibiéndolo en superficie. Punto pelota puesto que la convivencia entre arte y automoción es incompatible.
Hemos llegado a un momento tan encallado, y encanallado, que hasta a la oposición en la Asamblea regional le ha entrado una clorofilia inesperada y por esa causa insta a Esperanza Aguirre para que llegue a un acuerdo con el alcalde de Madrid. Ahora la disputa está en una declaración de impacto ambiental que es lo menos que se le puede pedir a la reforma; ya que se hizo en su día con la rivera del Manzanares al menos igualemos a los cuadros con los patos. Es una cuestión de justicia biológica nada más.
Urge que el Ayuntamiento haga los deberes antes de que tercie Magdalena Álvarez que, aún siendo ministra en funciones, puede montar un cisco en estos días de inopia administrativa y encargar a Bernie Ecclestone que trace un circuito urbano de Fórmula 1 como en Valencia. Por eso es necesaria la declaración de impacto ambiental, no vaya a ser que otro impacto a lo ?Maleni? termine con el cuadro, (nunca mejor dicho).

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