Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Modigliani se pasó la vida pitando caras anchas, El Greco caras largas y Maleni caras de perplejidad. Se confirma: la chapuza de ministra también es un arte. En un intento de extender su marca a cuantas partes de España mejor, Álvarez trae el modelo de crisis de cercanías de Barcelona a Madrid, y como en las mejores obras de teatro en la estación de Sol luce un cartel: ?cortado por unos días?. Pero ya veremos porque toda situación desesperada es susceptible de empeoramiento, lo saben muy bien en el Ministerio de Retrasos y Vías Imposibles. A Magdalena Álvarez se le puede aplicar la atenuante de ministra en funciones, o mejor ministra en defunciones férreas. Pero hasta el rabo todo es toro, hasta el último día podemos esperar nuevos sobresaltos; un desprendimiento por aquí, unas vías flojas por allá, ¡quién sabe lo que nos puede deparar tanto talento!
Fomento culpa a la Comunidad por no dejar la entrada libre a sus técnicos, algo curioso si tenemos en cuenta que gracias a Fomento y a sus boquetes los técnicos tienen multitud de accesos posibles. El amor y las grietas son difíciles de ocultar. El hueco más apetecible es el que se excava en la Puerta del Sol, ese inmenso cráter del que no se tienen noticias, una obra a largo plazo en la que se trabaja en el más absoluto de los secretos. Dicen que puede ser una puerta secreta que conecte Madrid con Pekín para potenciar la presencia de madrileños en los Juegos de este verano. Llevan tanto tiempo excavando y tan profundo que se han recibido quejas de Mefistófeles porque no le dejan dormir la siesta. Hasta ahí hemos llegado.
El problema real son las obras para la ampliación del llamado ?túnel de la risa? que conecta Atocha con Chamartín, una construcción de tiempos de la República que está como la diseñó don Indalecio Prieto en 1933. Es verdad que a Cascos se le ocurrió la idea antes que a Magdalena pero no tuvo los arrestos para ?profundizar? en el asunto hasta convertirlo en problema. La diferencia entre un proyecto y un cipostio es una comisión ministerial.
Al consejero Lamela se le han alisado los ricitos posteriores que lucía cuando estaba en Sanidad, prueba fehaciente de que las relaciones con el Ministerio se complican y van camino de la gangrena administrativa. Ahora bien, por la dedicación que tiene hacia la ciudad, por su actitud, por sus obras y servicios, la presidenta debería calibrar una posible salida del Gobierno de Magdalena Álvarez. Esperanza Aguirre debería sopesar un ofrecimiento a la actual ministra, quizá de ayudante de Lamela porque de este lío de grietas y paredes flojas sólo nos puede sacar la persona que los creó. Nadie mejor para desactivar un campo de minas como el soldado que ayudó a sembrarlas.
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