Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Los políticos hacen lo que pueden, hasta son capaces de debatir ?cara a cara? después de quince años de sequía televisiva. Luego están las campañas, los carteles, los videos y todas las intervenciones en programas de radio y televisión, en periódicos y hasta en porteros automáticos, bocas de metro y encuentros de tupperware. Ellos, (los políticos), hacen lo que pueden pero luego la decisión recae en el ciudadano sobre cuyo sentimiento recae la fuerza de la democracia. Así que si notan un excesivo dolor de hombros, ya saben por dónde les viene. Es como si la patria recayera sobre su nuca, igual que un costalero de la semana santa ¿Duele?, quizá algo escuece.
Pudiera parecer que el ciudadano interesa más bien poco, sólo cuando hay que pedirle el voto, pero también pudiera ser que a los votantes le interesan menos los políticos, sólo una vez cada cuatro años.
Esa idea de la política como si fuera la reunión de la comunidad de vecinos a la que nadie quiere ir? es perversa pero acertada. Si durante la legislatura hubiera mayor entusiasmo por la política quizá nada de esto pasaría pero también perderíamos el espectáculo de las corbatas y de los platós. Así que en el pecado llevamos la penitencia.
El ciudadano bombardeado por campañas y latiguillos experimenta la soledad del guardamenta ante el penalty. Quizá mucho agobio en poco tiempo, pero somos así. No se preocupen porque luego, inmediatamente, vendrá la semana santa y el personal se dará a la reflexión de la huida. Pasadas las urnas acabaremos con esta cuaresma y luego a ser como antes.
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Etiquetas: madridiario.es, opinion