Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
En Francia hay mucha gente que lo está dejando, (el tabaco), pero otros no pueden evitar caer en él, (el amor). Ambas sustancias producen peligrosos efectos secundarios que pudieran degenerar en daños irreversibles, de tal manera que a Sarkozy le ha entrado el virus de la pasión hasta el fondo. El presidente de la República ?tombolea? todo lo que puede; lo hizo en una multitudinaria rueda de prensa en la que echó a faltar a Mariñas. Sarkozy estaba pendiente de que le preguntaran por lo suyo, e igual que el rey mandó silenciar a Chávez a él le habría encantado soltar un ?¡que te calles, Karmele!?.
Los riesgos de hacer opereta es acabar siendo un personaje de reparto, un secundario de la trama. No es muy de recibo que las novias de un presidente sean objeto de comentario en una rueda de prensa, y que a éste le pareciera una pregunta digna para abrir el discurso. Con semejante actitud Sarkozy hace más bien de Berlusconi cuando le gustaría pasar por el Blair de la derecha europea.
Con tanta escapadita de la mano se le ha puesto carita de anuncio de salón de boda, es el novio perfectamente alicatado para la ocasión y con los zapatos lustrosos sobre el que llueven puñados de arroz a cámara lenta.
Finalmente Carla será la señora Sarkozy; a partir de ese momento a la pareja le empezarán a florecer las cenas de gala. Es un lujo compartir mantel con el presidente de la República de Francia y luego esperar a que su mujer cante unos zorzicos imperiales con la guitarra. Eso sí que es una ?escena de matrimonio?.
Compartir:
Etiquetas: el boletín, opinion