Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Ya no habrá un Sartre fumando un pitillo en el café de la Paix. Ni en París, ni en ninguna otra parte de Francia se permitirá que la gente fume en las cafeterías. A partir de hoy: a fumar a la acera o a la vía. Es la guillotina de la sanidad la que recorta las cabezas de los cigarrillos, cortan el humo cuando en realidad recortan la libertad.
Con un pitillito en las manos han logrado grandes cotas artísticas y literarias, ya veremos a partir de ahora. Ya puestos a meternos a patadas testiculares en la virtud, podrían prohibir a Carla Bruni por lo que tiene de peligroso para la estabilidad de la República, (en cierto sentido Carla narcotiza a Sarkozy y le devuelve a un estado de pollo pera que desconocía). Hoy a Juana de Arco la habrían tenido que quemar en seco, en un lugar apartado y de incógnito.
El Solitario no es tanto ese pintamonas que han detenido en Portugal sino el fumador francés al que le han quitado buena parte de su felicidad de la punta de los dedos. Fumar es malo pero prohibir mucho más. Sin tabaco no habría habido conspiraciones en el mayo del 68, ni una resistencia organizada ante los nazis. Y mucho menos aquellos conciertos de Paco Ibáñez en el Olimpia cuando todo era humo y placer prohibido.
Ahora los franceses vendrán a España a fumar, igual que antes nosotros cruzábamos la frontera para ver cine en Perpignan. Los veremos entrar en los estancos con igual cara de pardillos salidos que babean por un cartón de ducados.
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Etiquetas: el boletín, opinion