Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
El otro día le llamaron ?maricón? a Pedro Zerolo; luego, esos mismos que rugían se instalaron en la puerta del Congreso para pitar o aplaudir a los políticos según conviniera. Se dicen gente de orden, españoles de toda la vida, cuando en realidad son una chusma heredera de aquella otra que hacía punto cuando rodaban las cabezas de la guillotina. Esa mujer a la que se le llenaban los pulmones de odio vestía como una dama aunque su lengua era peor que la de un cochero bielorruso. Ella y otros cien más han decidido pasar a la acción opinativa, no se conforman con seguir la política desde la tele de su salón, ellos quieren ser interactivos y dejarse oír. Son los que consideran que España está en peligro y añoran un pasado de flechas y pelayos; llevaban un tiempo sin bramar pero nunca se habían ido.
El informe PISA dice que la educación en España está algo peor que enferma, lo cuál es un reflejo de cómo se vive en los hogares. La educación es algo más serio como para dejarlo en manos de los colegios, se trata de un asunto global que implica a las familias. Si el niño cuando vuelve de clase se encuentra un mal ambiente en su casa, evolucionará igual de torcido que la torre de Pisa, (homónima del informe educativo). Supongo que esa vocinglera contra Zerolo también tendrá un entorno privado sobre el que ejercerá su influencia. No quiere decir necesariamente que sus hijos vayan a salir talibanes de la derechona pero sí que van a recibir una influencia nefasta de la que serán esclavos contaminados. No hay pastillas para la convivencia, a tolerar se aprende tolerando que es algo muy básico.
Los coros y danzas de esta legislatura se agitan siguiendo esa vieja tradición de que España está perdida y sólo unos pocos lograrán salvarla con pulso firme. Realmente son un coñazo pero se hacen notar porque gritan y estropean los minutos de silencio. Son tan curiosos como animales extinguidos del ?Parque Francásico? a la espera de que otro caudillo les saque de sus neuras. Igual que los greemlins pueden resultar peligrosos si se les agita de repente.
A esta gente le irrita la diversidad, le encona el pensamiento, les pone iracundos que alguien pueda vivir en libertad porque en el fondo le tienen un miedo atroz a pensar por sí mismos. Son los nietos de los que gritaron ?¡Viva las cadenas!? al retorno de Fernando VII, y los que odiaban a Unamuno por rojo y filósofo. Por el momento no hay espacio en España para un partido de ultraderecha pero denles tiempo y verán. Esas viejas polillas de museo han echado a volar, cada día se les ve en más sitios. Dios los cría y ellos, de manera natural, se juntan y maldicen por su boca de cacique. Ya están en la calle como insectos adelantados a la primavera.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion