La escala gramatical

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una mala digestión de los clásicos puede llevar a una diarrea de conceptos, eso le ha pasado a Hugo Chávez que de admitir una victoria ?pírrica? ha pasado a decir lo que realmente piensa, que era una victoria de ?mierda?. A pesar de que pírrico tiene erre doble y se puede enfatizar, decir que era una victoria asquerosa tiene más fuerza verbal. En la deyección del adjetivo está la carga de la frase. De continuar por esa escala gramatical lo que le queda es admitir que todos son bobos menos él que es un hombre sensato y limpio de coprolitos electorales. Las declaraciones de Chávez son de las que hay que tirar de la cadena después de escucharlas, les ocurre con frecuencia a los caudillos infalibles.
Cuenta Tico Medina que conoció a un borracho en Granada que cada noche le decía al tabernero: sirve vino hasta que ocurra una desgracia, y ese punto llegaba cuando aquel hombre decía lo que pensaba en alto. Como si todo el mundo llevara un bozal de la buena educación que le reprimiera soltar lo primero que pensara. En ese sentido podemos vivir la semana de la sinceridad, el matarife de Oklahoma antes de disparar contra la multitud dejó escrita una carta en la que admitía su condición: ?soy un pedazo de mierda, pero ahora voy a ser famoso?. Efectivamente acertó con el calificativo aunque para su desgracia no recuerdo bien su nombre. Lo peor de un asesino es que pretenda pasar a la posteridad como si tuviéramos la obligación de recordar su apellido junto al de los grandes ríos de Europa. Ese joven mató a ocho personas sólo para que en su lápida escribieran que había sido alguien.
También Marín dobló el folio escrito en la recepción del Congreso e improvisó su testamento político al decir que había sido una legislatura ?dura y ruda?, dos adjetivos que llevan a otro mayor ?cruda?. Marín sintió la necesidad de liberar el pitorro de presión que daba vueltas en su olla exprés tras una legislatura en la que ejerció de Don Quijote en una venta revuelta donde los clientes le perdían el respeto a las mesoneras y las peleas a navaja terminaban por romper las jarras de barro cocido. Es verdad que el reino de Marín no es de esta tierra, por eso habla con la sinceridad de un jubilado y con la imprudencia de un adolescente. Lola Flores lo había dicho con menos talento: ?si me queréis irse? que es otra manera de plastificar el enfado y decir que la gente no ha estado a la altura. Marín pronunció la parte final de su discurso con la bata de cola, si hubiera rematado con una repiqueteo de castañuelas no hubiera parecido extraño. A veces un taconazo a tiempo tiene una fuerza expresiva innegable.
Chávez no domina el adjetivo y por eso cocea el diccionario. La oposición le podría decir: ¿por qué no te limpias?, sería muy deseable.

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