Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
De vez en cuando el INE se pone a medir los precios, (tampoco es que hiciera falta un organismo científico para apreciar los cambios), y de sus conclusiones se elevan serios comentarios. Lo que para el habitual del mercado es un ?¡ay va, las cebollas!?, o un ?¡ay va, le leche!?, para el Instituto Nacional de Estadística es un aumento del 22 por ciento en el precio de las cebollas y un 18,3 de la leche, (de la misma leche). Decía Jardiel que los médicos usaban el griego para endulzar las consecuencias de la enfermedad, y el Gobierno utiliza los porcentajes para que no cunda el pánico. No hace falta un Master NBA para saber que la libertad la da un salario digno, en caso contrario somos esclavos de la sociedad de un bienestar inalcanzable.
Lo que uno no entiende es por qué, si conocen cuales son los precios más inflacionistas, no se nombra un Ministro de Huertos y Corrales para que se ocupe de pollos, conejos, zanahorias y derivados de la leche. Están perdiendo una oportunidad de oro para hacer mítines en las granjas en los que adoctrinar a las vacas para que no nos joroben la inflación. Esto del progreso imaginábamos que podía ser difícil pero nunca tan caro.
Hasta es posible que en las gasolineras hayan eliminado al operario que nos llenaba el depósito para evitar que nos enojemos con él; si uno pone la gasolina se entiende que es algo cómplice con el resultado del precio final. No me hagan mucho caso pero el otro día al colgar la manguera creí escuchar la risa floja de un jeque árabe que se repanchingaba en su sofá viendo como los españoles consumimos ese oscuro producto que sale del petróleo, ¡En buena hora nos hicimos gasoleo-dependientes! Una vez lanzada la red por parte de la araña pasará un tiempo hasta que podamos zafarnos de ella, o tal vez morir en el intento.
El ?jodío? IPC nos gobierna. Es el único indicador capaz de sacar los colores al Gobierno. Son las notas que la vida nos pone cuando hemos sido malos estudiantes, y también la venganza de los productos del campo. No sé cómo Aznar, siempre tan ordenadito y previsor, no ha dedicado un capítulo de su nuevo libro a los productos del mercado. Hubiera estado bien un ?querido Santiago: ten cuidado con las cebollas y con el pollo porque pueden arruinar España?.
Hay que ser un poco mendrugo-cebollino para no darse cuenta de que la unión sin fronteras en Europa nos puede llevar al empobrecimiento simultáneo, una nueva clase de comunismo impulsado desde el lado más liberal. Hace dieciocho años que tiramos el Muro de Berlín pero dejamos intacto el muro del Banco de España.
Compartir:
Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion