Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Ya se lo advirtieron a Tomás Gómez los del comité regional del PSM, pero él los tuvo por lenguas de doble filo, por comadres malas que envenenan más que informan. Le dijeron: «Cuidado jefe, que por ahí nos van a dar la de Cayetano Rivera, una cornada para cortar la temporada y marcharnos al campo», pero él, nada. Quizá el aviso del partido llegaba tarde, la imprudencia estaba cometida; Esperanza Aguirre entonaba la voz para el discurso en el que haría realidad lo que para Gómez es un futurible: suprimir el impuesto de patrimonio. Parte de los socialistas madrileños dijeron que no era una decisión progresista y que no había sido consultada con ellos. Justo. Se quejaba Eugenio Morales porque la propuesta había sorprendido a propios y a extraños, y le faltó añadir que también a unos marcianos que enviaron un fax en el que mostraban su disconformidad.
Aguirre ha metido a Gómez en un charco de arenas movedizas, al principio no se aprecia el efecto pero cuando quieres sacar los pies notas que te empiezas a hundir de manera irreversible. A partir de ese momento las cosas se complican cada vez más hasta que el barro te tapa las cejas; por lo tanto conviene conocer los terrenos y también saber a qué lugares te invita el rival para que te enfangues. A Gómez le han metido en el laberinto liberal que es un jardín mediterráneo donde se han hundido tantos barcos que se podría escribir una enciclopedia del naufragio y de las buenas intenciones, (ayer Rato contó algo acerca de las tormentas de la economía liberal para el año que viene). Tomás Gómez, con perdón, ha caído de pardillo y le han dado una gaonera como las del otro Tomás (José), en Barcelona, ceñida y vistosa. Bien está romper con la etapa del pasado con argucias de impacto, pero resulta extraño que compre la munición intelectual en la misma armería que sus rivales. Es sabido que el votante no gusta de segundas marcas sino que prefiere la original, y en este caso el PP presume de liberalismo tanto que ni siquiera pregunta por dónde vuela su gaviota, ella sabrá.
En defensa de Tomás Gómez hay que añadir que ha conseguido impactar a la presidenta, en una sola visita ya le ha colocado una idea y se la ha comprado de manera inmediata. Gómez se puede vender como ideólogo de la derecha centrista que presume de llevar los nardos liberales apoyaos en la cadera. Por lo tanto, tiene un filón para insinuarle otras medidas que provoquen el caos en las filas populares, hacer de quintacolumnista. Todo es cuestión de paciencia, en alguna caerán. También le queda el recurso de pedir revisión de examen de septiembre y pedir que suspendan a Aguirre por copiota. Y decir que muy mal deben de andar de ideas en la Puerta del Sol para que le calquen la primera propuesta. No está todo perdido, la cornada ha sido limpia. Ahora a curarse.
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