Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
OPINION
Los chicos de la banda que se sabían fuertes durante la negociación ahora se encuentran más abandonados que el ejército japonés que huyendo de Birmania acabó en Tailandia; igual que los 70.000 soldados de la poderosa base de Rabaul quedaron aislados en los últimos días de la II Guerra Mundial, (cultivaron zanahorias en el huerto donde antes bebían su último trago de sake los kamikazes).
Todos ellos se creían Saburo Sakai, el piloto más famoso de la época y la ruptura del proceso les ha cortado las alas. ETA ha huido hacia delante abandonando a su suerte a los presos que lucharon por ella, hasta es posible que hayan perdido el listín donde anotaron sus nombres, de ahí la desesperación de los emparedados en vida.
Durante varios meses mantuvieron la esperanza de una amnistía, se sabían fuertes, su causa podía quedar resuelta al quedar abiertos los portones del presidio por orden gubernativa. Llegaron a pensar que el poderoso detergente del intercambio de paz por prisioneros lavaría las manchas de sangre y el pasado turbio. Algunos hicieron cábalas y proyectaron cómo serían sus vidas al margen de la banda, (cuando se ha trabajado para la mafia es muy duro encontrar otra ocupación, debe ser un salto cualitativo pasar de sicario de la parabellum a opositor aspirante a plaza administrativa).
Aquellos chicos entonaban «el paso alegre de la paz» y la Navidad de 2006 les dejó carbón en la puerta de la celda. Para que no quepa duda en el módulo reconstruido del parking de la T-4 de Barajas han dejado dos plazas vacías en recuerdo de las víctimas, justo ahí es dónde iban a aparcar el carro de sus deseos pero unos becarios de la mala muerte lo jorobaron todo. De manera simbólica las dos plazas son huecos en la conciencia, la respuesta oficial a la provocación armada.
Estos chicos que vivían el síndrome del Conde de Montecristo se tienen que jorobar con la vida carcelaria y estirar los días hasta que se cumpla la condena. Y, así como a Edmond Dantés le traicionó su amigo Fernando Mondego, a estos les han traicionado Ternera y Cherokee, que a su vez quedaron atrapados por sus contradicciones. Incluido Otegi, que se había encargado el frac para recoger el Nobel de la Paz en Oslo. El sastre no cobrará el encargo.
Los presos de la banda se saben restos de serie, pares sueltos, con los que no se cuenta; ahora se habla de pisos y de rebajas fiscales. Es la economía, amigo. A nadie le interesan sus miserias ni sus biografías (que son lo mismo). Pasó su oportunidad y de ahí que se quejen en cuanto pueden, acabarán poniendo un anuncio de reclamo.
Prueba de su abandono es que importa poco el estado de De Juana Chaos «el paseante»; esta vez sí que sufre sus hemorroides en silencio como el protagonista de la película «te rascas como puedas».
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