Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Viene recogido en el primero Libro de Samuel, en el Antiguo Testamento: Goliat era un guerrero filisteo que desafiaba a los soldados del rey Saúl de Israel. Cuenta el texto que durante cuarenta días los retó hasta que el pequeño David demostró que con una honda y cinco piedras podía vencer al gigante de tres metros. David tenía mucho entrenamiento como pastor. Una vez que le cortó la cabeza los filisteos fueron derrotados con facilidad, pero también David se quedó sin rival y a partir de ese momento dejó de ser el pequeño niño al que pocos tenían en cuenta.
Sucede que sin Goliat, David se quedó sin rival, y sin poder medirse con nadie puesto que su astucia ya era reconocida. Llegó a rey pero nunca más tuvo necesidad de cortar la cabeza a un gigante para demostrar nada. Hasta es posible que echara en falta a aquel bravucón que le retó como el volcán que ruge seguro de su poderío. Salvadas las distancias bíblicas Julián Muñoz deja la cárcel pero ya no es el chulángano que se peleaba con Jesús Gil; una vez desaparecido el orondo y singular personaje, Muñoz se queda sin rival. Al novio de la Pantoja le ha abandonado también la copla y el baile. Podrá comer langostinos pero no limpiarse los pies con cerveza en el camino del Rocío.
Los personajes de la Operación Malaya no son nadie sin sus cuitas y sus rencillas pendientes. Sin Gil no hay emoción y sin Goliat no hay batalla. A Julián Muñoz ya le ha puesto una buena condena la vida como para que la Justicia le ponga otra superior. Su sentencia pudiera ser la de verse a diario en el espejo de las verdades, muy alejado de aquella vanidad que le dio fama mediática y poder municipal. Su imagen es tan patética como la de Luis Roldán con una bolsa de unos grandes almacenes esperando a que llegara el autobús, él tan acostumbrado a oler a neumático quemado del coche de los escoltas.
Mientras que Muñoz busca un billete de autobús para regresar a Marbella, Paco ?El Pocero? inaugura una ciudad imposible en mitad de un secarral manchego. La arrogancia es una multinacional que no descansa, Seseña es hoy la Marbella de antes. Siempre hay alguien que camina por el filo de la Ley, mucho toreo de salón con la legalidad vigente. Pero mientras que ?El Pocero? tiene a su Goliat en la ministra de la Vivienda, a ?Cachuli? no le queda nadie con quién entrar en conflicto. Los viejos conocidos de las fiestas marbellíes no le darán ni agua, y los jeques le confundirán con un jardinero. En la vida es necesario tener un antagonista para poder hacer comparaciones, un buen enemigo a tiempo mejora una biografía. A veces quien te hace mal te viene muy bien; casualmente.
Compartir:
Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion