Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Tony Blair ha ido a Roma como lo hizo Bob Dylan en su día: a mostrar profesión de fe ante el Papa y pedir el ingreso en el club de los católicos. Blair está rodeado de ellos: lo son su mujer y sus hijos, el único inconveniente que tendría para ser aceptado como católico es su apoyo a leyes que van contra El Vaticano, (matrimonio homosexual o aborto), pero como va a dejar el cargo ya no se vería obligado a firmar nada incómodo para la Iglesia.
Blair parece un buen español, de joven agitador y líder social para más tarde alcanzar con los años un profundo sentido religioso. Es aquello que decía Tierno Galván: ?Dios nunca abandona a un buen marxista. Hasta Fidel Castro buscó y no se detuvo hasta conseguir la foto al lado de Juan Pablo II quién, con aquella visita en el año 98, logró que el líder revolucionario le escuchara en sus discursos, (y quién sabe si confesara en la intimidad a quién fue revolucionario).
Para mayor abundancia de su deseo de cambio Blair le regaló al Papa unas fotos del cardenal Henry Newman que en el siglo XIX abjuró del anglicismo para abrazar la religión católica. Y por si fuera poco después de la audiencia con Benedicto XVI se dio una vuelta por el colegio romano donde se forman los sacerdotes británicos católicos. Ya sólo le queda hacer el camino de Santiago y apuntarse de costalero en la ?madrugá? sevillana bajo el palio de La Macarena. Una decisión tan íntima no puede ser más que tomada con el debido respeto y la ausencia de adjetivos, no todo el mundo tiene la lucidez como para cambiar de creencia. Además, se trata de un proceso interno no exento de tensiones y de contradicciones. La conversión de Blair es cosa suya aunque a los demás nos cause asombro no podemos añadir objeción alguna.
Lo que le faltaba a la iglesia católica es haber conseguido la conversión de Rusia y luego la del primer ministro británico. Quién le iba a decir al joven laborista que se inició en el Parlamento de Sedgefield que acabaría siendo un Don Guido de Machado, de mozo jaranero, galán y algo torero? y de viejo gran rezador. Uno empieza planteando la Tercera Vía y acaba asumiendo las normas de la Iglesia de Roma; hemos conocido otras conversiones más insólitas y no menos sinceras. Pudiera ser que en ese camino de renovación espiritual Blair acabara aceptando la Constitución Europea que se ha vuelto a reactivar en la cumbre de Bruselas. Ahora que buscamos una identidad comunitaria podríamos rescatar el latín como lengua común, ya lo fue durante siglos. El Vaticano nunca la abandonó, hasta en sus cajeros automáticos se puede teclear el latín.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion