Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La candidata-presidenta se dio a la paella, en homenaje al anuncio de Villa Arriba y Villa Abajo, pero supo quitarse a tiempo de la prueba del lavavajillas. No es necesario remangarse y raspar con furia el vientre de la paellera para hablar de una política limpia, la militancia no exige heroicidades. El arroz no le quedó mal, pero dice Simancas que Aguirre tiende a los platos nacionales y olvida que se presenta a la Comunidad; Aguirre cocina arroz con Zapatero mientras que los socialistas están por la cuestión regional (a veces también es verdad). A la candidata-presidenta le da pena Simancas porque le tienen olvidado en el PSOE, dice, y ayer pudo invitarle a paella porque un arroz con hambre hace posible acercamientos ideológicos que podrían parecer imposibles a primera sangre.
Gallardón quiere convertir Madrid en la repanocha de los bosques europeos y plantar la Selva Negra para provocar confusión espacial de la baronesa Tita, que no sabría a qué tronco atarse por exceso de oferta.
Un Madrid al estilo de la Hispania romana que conoció Plinio; la liana será el transporte del futuro. Y para hacerse el tronqui-colega el alcalde-candidato se tomó unas cañas con la juventud del barrio de Salamanca (chicos de derechas de familias bien de toda la vida, ahora igual de bien pero más de centro).
Hizo realidad lo del concurso anual de las cañas; también los encuestados habían elegido a Esperanza y a Penélope Cruz. Penélope no estaba disponible y Gallardón no toma cañas con Aguirre porque le da vergüenza por si le pregunta por esa biografía que aún no ha leído.
El alcalde descorbatado hizo una versión unplugged, acústica, de Tengo una pregunta para usted. Los que asistieron estaban felices porque, además, había pagado Gallardón de su bolsillo; fue tiempo después cuando se dieron cuenta de que con lo que pagaron de parquímetros bien se pudo estirar el alcalde. Los berberechos no les salieron gratis.
Miguel Sebastián sigue la campaña por su cuenta y le ha ofrecido una batería de medidas a las mujeres, seguro que pensaba en Aguirre cuando las redactó. Sebastián se aplica la norma de Quevedo de «allá dónde esté la mujer está mi trabajo», pero traducida a la cuestión municipal.
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