Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Las palabras de Aznar con el vino y el tráfico por carretera tiene un malaje notable; cuando uno no tiene el don de la simpatía no debe meterse en honduras de humor, puede ocurrir que el tiro salga por la culata o por la cuneta como en este caso. Al ex presidente le dio un ataque de liberalismo atroz y decidió que las normas no van con él y que de paso se ciscaba en la campaña “no podemos circular por ti”. Habría que recordarle que en sus tiempos también se lanzaban campañas en parecidos términos desde la DGT, hasta es posible que su discurso sea una llamada a la insumisión ante la autoridad administrativa.
Aznar ha hecho como los novatos que van a la Feria de Sevilla y quieren bailar, su falta de gracia se nota a la legua, no hay manera de disimular aquello de que se carece. Por otra parte tampoco se entiende la reacción airada del director general de Tráfico, o de la vicepresidenta del Gobierno, tendrían que estar muy contentos con la publicidad gratuita que les ha hecho el ex presidente, en realidad ha grabado un anuncio que se comenta en todas las tertulias. En ese sentido Aznar, desde el lado patoso de la vida, ha rendido su penúltimo servicio a la patria diciendo que las normas de tráfico son de izquierdas y la libertad para saltárselas es de derechas. Y eso que era un acto en el que se apoyaba al vino como producto nacional a potenciar y orgullo de nuestras bodegas. Pero al relacionar crítica a la DGT y el vino parecía que potenciaba el consumo de alcohol como virtud al volante, y no es eso, pero suena igual.
Decía el gran Forrest Gump que tonto es el que dice tonterías, que es una forma de simplificar el mensaje pero que se entiende a la primera. En este caso no llega a tanto, (ni a tonto), se queda en desafortunada gracieta de barra pero con el peligro añadido de hacerla ante unos micrófonos que luego lo repiten todo.
Ignoro si esas palabras le van a granjear muchos amigos al ex presidente pero desde luego que críticas un rato. A partir de ahora cuando vea un coche a más de 120 km/h. por la autovía, diré: ¡ahí va uno de derechas demostrando su liberalismo con todos sus caballos! En materia de limitación de velocidad no hay experto que coincida aunque la gran mayoría la rechazan y ponen como ejemplo Alemania, país donde la anarquía del velocímetro no parece que influya en el número de accidentes.
Pero en un país latino como el nuestro si no hubiera límites de velocidad los ricos nos irían echando a la cuneta con sus coches más potentes, aquí se hace necesario la aplicación de un sentido solidario del espacio común que es el asfalto y velar por las víctimas de la carretera. Lo dicho: era una broma que le salió chunga, para contar chistes no vale Aznar.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion