El lobo de Topas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La Junta mantiene un cerco al lobo pero éste es más listo, de hecho no hay otro animal más inteligente que haya superado el avance del hombre y no se haya extinguido. Otras especies mueren en los cables de alta tensión o al cruzar la carretera sin alcanzar la cuneta. La noticia de que el lobo existe parece sacada de una novela de Miguel Delibes, mientras haya lobo hay cazadores y sigue la leyenda.
El lobo es el descarado de la sociedad, el último bandolero que campa a sus anchas por el monte en el que impone sus normas. El ganado le huye, el campesino le teme y la noche le ampara en su silenciosa labor de asusta ovejas. El avance de las urbanizaciones y la construcción de las autovías le ha echado cada vez más lejos, pero en el monte hay una ley de la selva que los demás desconocemos. Hasta es posible que los últimos ataques sean producto de un solo lobo solitario que marca su terreno y luego huye a una guarida escondida. De ser cierto estaríamos ante el último maqui de la sierra, el último mamífero asocial que se resiste a ser cazado, por lo tanto una leyenda a cuatro patas con pezuñas manchadas de barro.
El lobo nos da miedo porque se nos parece mucho, en el quehacer diario hay tipos que espantarían los aullidos del jefe de la manada. El surcoreano que atacó con pistolas el campus de Virginia, Cho Seung-Hui, era un caniche incomprendido que se mutó en bestia de sangre e ira. La agresividad también reside en el hombre, no hace falta culpar a los lobos de nuestros desmanes. Sólo Félix Rodríguez de la Fuente logró acariciarlos y meterse en el grupo para rodar un documental, siempre tomando las debidas distancias para no despertar a la fiera. Tan sólo los santos son capaces de llamar hermano al lobo y acariciar su lomo fuerte con mano amable.
Las últimas noticias dicen que anda por Topas, por lo tanto con él hemos ?topado?. Es el mismo animal que aparece en los cuentos infantiles y que tanto miedo nos daba en los relatos de caperucitas y leñadores. Aquel era un lobo sensual que se cameló a la abuelita, tan falta de piropos y tan miope, que fue capaz de mantener un diálogo desde su cama con el animal que se la iba a comer. La abuelita debía sospechar que aquella relación acabaría mal pero no quería dejar pasar esa voz de macho que le seducía, ese aliento de bestia parda que tanto echaba de menos en el final de sus días. Él se la comió porque era su obligación, lo llevaba marcado en su código genético y ella se dejó hacer porque aún siendo anciana guardaba el erotismo en su mantilla de encaje.
Bien pensado el lobo siempre ha sido el mismo, nosotros somos los que hemos cambiado.

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2 Respuestas en “El lobo de Topas”

  1. Rosa dice:

    Un relato precioso , aunque me gustaría , que se le añadiera , que los lobos mueren de verdad …..a manos de las escopetas , por intereses bastardos ……..La vida ….la naturaleza, ….no es un capricho …sin ella , sin esa complejidad de flora y fauna …..que destruimos ….por fábulas y otros cuentos …..el ser humano dejaría de existir y es terrible que seamos tan poco conscientes de ello .
    Saludos Rosa María.

  2. laavutarda dice:

    Tienes mucha razón, el lobo muere de verdad, tal y como ha vivido: bandolero de la sierra.
    Un saludo,

    Rafael

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