Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
RETRATO
Orígenes. Barcelona, 1966. Currículo. Actriz por vocación y por código genético. Ha participado en las películas GAL («me dieron el último papel que quedaba, llegué tarde al reparto»), El otro lado de la cama, Cosa de Brujas, Atracos a las tres… y media y En penumbra. «Me gustaría que resaltaras mi trabajo como protagonista, y productora, en Días de ira junto a Christopher Lambert»; una película sobre la Inquisición. Le hubiera gustado ser jockey. Aficiones. «El deporte, la música y viajar». Debilidades. «Los animales. Tengo una perrita en casa». Virtudes. «Capacidad de lucha y de ver lo positivo de la vida». Defectos. «No tengo, soy perfecta…»
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Mañana, sábado, Blanca Marsillach estrena en el Auditorio Adolfo Marsillach (San Sebastián de los Reyes) la obra El Reino de la tierra, de Tennesse Williams. La adaptación es de Elise Valera y la traducción es de Blanca. «Me ha costado tanto como cuatro años para poder estrenar en un lugar que lleva el nombre de mi padre. Finalmente lo hago y es muy emocionante».
Pregunta.- Actriz, productora, traductora, ¿y taquillera?
Respuesta.- Pues si hace falta, también. Yo hago de todo lo que haga falta hacer, incluso aunque sea ilegal y no se pueda enseñar.
P.- ¿El lado oscuro siempre es más atrayente?
R.- Para mí el único lado interesante es el lado oscuro, el otro no me dice mucho. Soy toda un lado oscuro.
P.- ¿No siempre la línea recta es la más interesante?
R.-Todo es cuestión de estrategia, todo es cuestión de tiempo, es como comer pescado con palos chinos.
P.- ¿No es de los sioux que dan vueltas?
R.-¡Qué va!, yo al objetivo rápidamente… aunque si tengo que esperar lo hago. No soy persona precipitada.
P.-¿Hablamos de gastronomía?, naturalmente.
R.-¡No, hablamos de la vida! De gastronomía depende del momento, de con quién estés y de cómo tengas el paladar.
P.-¿Hay otro cielo que el de la boca?
R.-Creo que depende de lo dispuesto y desarrollado que lo tengas tú. Hay veces que no tienes ganas de saborear nada.
P.-¿Es persona más bien pragmática?
R.-Yo no sé cómo soy: ¿tú sabes cómo eres?…
P.-¿Hace el papel de perdedora?
R.-Los perdedores son los que siempre intentan ganar. El público se enamora de un personaje cuando lo sigue intentando a pesar de todo.
P.-¿Por lo tanto un papel agradecido?
R.-Sí porque juega con la vulnerabilidad del ser humano, en el fondo somos muy vulnerables.
P.-¿La vanidad, en serio, no funciona?
R.-Somos tan poquita cosa y vamos a estar aquí tan poco tiempo. Somos hormiguitas.
P.-¿Tanto le ha costado entrar en el Auditorio Marsillach?
R.-¡Un montón!, yo le decía a la programadora: ¿pero cómo no puedo entrar en el auditorio Adolfo Marsillach?
P.-¿Tiene miedo escénico como si fuera el Bernabéu?
R.-No creo, aunque puedo decir con mucha valentía que soy muy miedosa. Será un momento muy emocionante.
P.-¿Qué consejo le hubiera dado su padre?
R.-«¡Lo puedes hacer bien!»… (risas) y también me decía: «¡sorpréndente Blanca!», (porque el teatro te debe sorprender como si siempre fuera la primera vez)
P.-¿Lo tiene muy presente?
R.-Todo el rato, para mí es como si mi padre no se hubiera muerto.
P.-¿Su gran verdad es el teatro?
R.-Lo es, para mí la gran verdad la tiene el público, tienen el poder. Y te pueden alterar emocionalmente desde el patio de butacas.
P.-¿Y el lugar donde más cómoda está?
R.-Me siento cómoda en todos lados aunque soy un bicho teatral con ramalazos cinematográficos.
P.-¿Tenía razón ‘La Lupe’: «la vida es puro teatro»?
R.-La vida supera al teatro con creces.
P.-¿Madrid le divierte o Madrid le atrapa?
R.-Yo no nací en Madrid pero me considero muy de Chamberí. Madrid me encanta…
P.-¿Toda la ciudad por igual?
R.-Hay zonas que son muy deprimentes, como Carabanchel, pero les tengo mucho cariño porque soy de aquí.
P.-¿Le afecta el carné por puntos?
R.-No lo sé, yo sólo conduzco coches automáticos en California.
P.-¿Su mayor locura en materia de tráfico?
R.-Pedirle a un motorista que me llevara al Teatro Español, sin casco, porque no llegaba.
P.-¿Qué hay de su pasión por los animales?
R.-Me gustan mucho, tanto que durante un tiempo llegué a entrenar a una orca, en el zoo de Barcelona. Se llamaba Ulises, fue una experiencia maravillosa pero acabó.
P.-¿Disculpe: quién dejó a quién?
R.-Ulises me dejó a mí… es el único macho que me ha abandonado. Fue una ruptura sin más. Fui a verle a San Diego y ni me reconoció.
P.-¿Era un buen ejemplar Ulises?
R.-Para que se haga una idea tenía un sexo de un metro veinte… parecía un hilito cuando era pequeño.
P.-¿Y una mañana se dio cuenta de que no tanto?
R.-Fue un día en el que le acariciaba y noté cómo avanzaba una cosa rosa interminable.
P.-¿Era el sexo o era un salvavidas?
R.-(Risas)… en ese momento me hubiera agarrado a cualquier cosa porque me cogió del tobillo y me bajó hacia el fondo de la piscina.
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Etiquetas: el mundo, entrevista