Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Cuando una organización tiene capacidad de estrategia, maneja tácticas de ataque y emplea armas, (sean éstas de fuego o no), se convierte en una guerrilla. Y ahora que venga José García Archidona, responsable de seguridad de Alcorcón, a decir que «fue un hecho puntual» y que allí no tienen problemas con las bandas latinas o nacionales. Mientras el problema nos importe en función de su cercanía geográfica es que realmente no le hemos dado la importancia que tiene. La policía tiene censados a cerca de 800 individuos pertenecientes a bandas latinas, unos con pelo largo y otros con pelo corto, pero en definitiva descabezados todos, no les queda una idea sana en la cabeza. Latins y Ñetas son los más conocidos pero luego están las bandas autóctonas de nazis, rapados y amantes de las agresiones fuertes. El sábado por la noche liaron una buena con la participación de cincuenta personas en una trifulca parecida a las que se montaban en el pueblo de Astérix cuando querían romper el cerco de los romanos. Minimizar lo ocurrido es tanto como cederle la acera a los macarras y que las personas de bien se manchen los zapatos de barro. Lo que pasó el sábado es terrorífico y si no acabó peor es porque la casualidad se puso de parte de la buena suerte. No pudo decir lo mismo Wilson, un joven dominicano al que acuchillaron por error en una parada de autobús en Carabanchel, en septiembre de 2005. Wilson no tenía nada que ver con una pelea ocurrida el día anterior pero fueron a por él pensando que se parecía demasiado a uno de la banda contraria.
La semana pasada, coincidiendo con el mitin de presentación de los candidatos populares, se produjo la noticia de los tres chiquillos que robaron un coche de muchos caballos. Este fin de semana, y coincidiendo esta vez con la presentación de los candidatos socialistas, se ha producido otro estallido de la violencia pandillera. Curiosamente ni socialistas ni populares han tenido media palabra para referirse a este problema emergente. Ya en su día el consejero de Interior, Alfredo Prada, aprovechó una de estas peleas para pedir tres mil policías y guardias civiles más. Quizá la solución esté más del lado social, alguien les tiene que quitar las navajas a los pandilleros (es cierto), pero también alguien les tiene que aliviar los problemas de integración. Ñetas, Latins, Dominican y rapados, son los nuevos hijos del agobio, los chicos de los que nadie se ocupa, la carne de cañón.
En un caso parecido el anterior Defensor del Menor, Pedro Núñez Morgades, dijo algo muy coherente: «no busquemos culpables sino soluciones». Perfecto; por eso no se puede minimizar una batalla como la del sábado, ni podemos pensar que no ocurre nada mientras se maten entre ellos. Puede que sean carne de cañón, pero su sangre es tan parecida a la nuestra que estúpidos seríamos si pensáramos que las bandas no son cosa nostra.
Compartir: