Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
A la peluquera gallega Ana María Ríos le estropearon el viaje de novios pero no le van a estropear su futuro esplendoroso como chica de calendario. Todo el proceso de su detención en Méjico fue extraño, tanto como la limusina que le recogió en el aeropuerto cuando regresó. Incluso las primeras imágenes de su detención nos ofrecían una belleza enigmática.
A la española le habían encontrado cartuchos y detonadores en su equipaje; no se dieron cuenta de que en realidad lo más peligroso era su belleza, tan inquietante como para ser una espía que llegó del cielo. En principio nadie maneja pólvora en su noche de bodas salvo que el marido sea dinamitero y se haya llevado trabajo de la mina para hacer en casa. En todo caso se espera que lo explosivo venga del roce y del calentamiento de los cuerpos, motivos de imposible justificación cuando pita el arco de seguridad del aeropuerto.
Ana María Ríos aparece en la portada de ?Interviú? para mayor goce de sus lectores y para pasmo de las autoridades mejicanas que ahora entenderán que han perdido un tesoro, allí está con la carne de gallina y los pelos de laca. Lo curioso de esta historia que ha acabado en posado y desmayo horizontal es que nadie sabe quién es el marido, qué cara tiene, si es del Celta o del Depor. Igual es que ella se inventó un pasado reciente, una boda que no fue para pasar a la historia como Miss Luna de Miel. Es posible que se le pueda acusar de cualquier cosa menos de tráfico de carne en mal estado.
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Etiquetas: el boletín, opinion