Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Durante la cena de Navidad más de cincuenta millones de mensajes de teléfono móvil se empeñaron en hacerle la contraprogramación al discurso del rey. Este ha sido el año de los sms navideños a mogollón cuya finalidad es joderte la cena, textos que aportan más bien poco a la historia de la literatura universal, mensajes que parecen redactados por el colectivo ?¡cuánto me acuerdo de ti cada vez que te veo, amigo!?, un lobby que tiene actividad nula a partir del 6 de enero. Si alguien respondiera uno de esos mensajes en iguales términos (pongamos el 10 de mayo), sería tomado por un estúpido integral, ¿a cuento de qué me ama este señor con el que apenas me he cruzado una tarjeta de visita?, ¿por qué me envía una circular demostrando que sólo soy un número más en su memoria virtual? Deberían aprender del lenguaje de las esquelas donde hemos perfeccionado el mensaje: en tres líneas nombre, cargo y deudos. La obra cumbre del obituario nacional es la esquela que citaba Luís Carandell: ?con amor de todos tus hijos, menos Ricardo que no dio nada?. No se puede decir más en menos espacio.
Algún sociólogo de lo cotidiano, un ?socidiano?, tendría que elaborar una tesis con el sentimiento repentino y compulsivo del español que desea enviar y recibir sms en Navidad, tan ocupados estamos dándole al teclado que nadie le canta un villancico al niño que está en la cuna, tremendo despiste pascual. Médicos de Singapur han detectado patologías nuevas relacionadas con el abuso del móvil, tales como inflamaciones del dedo pulgar, luxación de codo y espalda dolorida. Los hay que practican el vicio de Onán con su teléfono y cuántos más mensajes reciben mayor es el gozo físico, llenar la memoria es un orgasmo placentero. Pues que sepan que el sindicato de figuritas del belén tiene un enfado considerable y amenazan el año que viene con perderse definitivamente en el fondo del armario. Dice Herodes que él no pasa frío en las piernas para que luego no le hagan ni puñetero caso, y que de seguir así va a aceptar la oferta que le ha hecho el manager de los ?Village People? para actuar en Las Vegas. Y que piensa vender el castillo para que el Pocero haga unos pisos a las lavanderas del río de papel de plata.
Esos mensajes cortos, (cortos en extensión como en profundidad), son un insulto a la inteligencia. Para su elaboración métanse en una cabecita frágil las ideas ?paz, amistad, felicidad y niño?, luego agítense y escriba el resultado en el orden que mejor le parezca y comprimiendo la gramática hasta hacerla irreconocible, ni un traductor de ?lakota?, el lenguaje de los sioux sabría descifrarlo. Es el spam de los conocidos, el mensaje prescindible que todo el mundo escribe con la esperanza de ganar un concurso de friquis. Sanidad va a tener que realizar una inspección extraordinaria porque parece que en el turrón hay sustancias que modifican la sensibilidad dejándola como un pulpo después de salir del agua hirviendo. Si la Navidad produce estos espantos habrá que prohibirla como los toros, el tabaco y las hamburguesas. Y todavía nos queda Nochevieja.
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