El ogro

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El gobierno de Bachelet quiso hacer un funeral privado y al final se convirtió en un acto de exaltación pública del fascismo del entorchado. Resulta insólito que la muerte del dictador, (nunca ex dictador porque de esa ignominia no se rebaja nadie), pudiera dividir a la sociedad chilena, pero mucho peor es que un nieto de Pinochet pudiera agraviar al régimen de Allende tildándolo de dictadura marxista. Palabras que pronunció delante de la ministra de Defensa, a la sazón su máxima superior.
Fue una lástima que en la ceremonia de exequias nadie recordara el pasado de ladrón del general, cuando falsificaba cuentas corrientes y tenía oro escondido en bancos extranjeros. Muy al contrario se dio una imagen seráfica de quién acabó con la vida de más de diez mil compatriotas. Casi se le despidió como benefactor de la patria y combatiente en la guerra fría.
Lo que han incinerado en Chile es a un general pero no creo que hayan enterado a una forma de ver el Estado como instrumento al alcance de la oligarquía. No sabemos sin son muchos, o pocos, pero podemos tener la certeza de que volverán a intentar acceder al poder porque creen que Dios se lo dejó en sus manos y les pertenece.
El ogro, el tirano, el tipo que escapó a la justicia de Garzón y ha sido homenajeado como Ulises a su regreso a Troya, descansa de los humanos en otra dimensión. Decía dibujante ?¿cómo va a morir de un infarto quién no tiene corazón??. Efectivamente, Pinochet tuvo que morir como vivió: de golpe.

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