Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Como es tradición la Comunidad presta la sede de Sol para que José Luis Mayo Lebrija cree un belén espectacular ante el que se forman unas colas como aquellas para ver a la momia de Lennin, (salvando las distancias ideológicas). Partiendo de la idea de Mayo y parafraseando la campaña del Ayuntamiento de Madrid de apoyo a las reformas urbanas, podemos montar un belén futurista con tintes políticos. ¿Qué hubiera pasado en el portal de haber cambiado la historia?… Sin duda que Herodes, apoyado por Octavio-Rajoy, habría actuado como un verso suelto construyendo un túnel entre su palacio y el nacimiento, enterrando el cauce del río para pasmo de peces y mosqueo de lavanderas. Con la especulación de Palestina San José se habría visto obligado a habilitar un chamizo de las obras, con ausencia de mula y buey debido a la lengua azul. Los Reyes Magos habrían tenido problemas con la Ley de Extranjería, los romanos no tragarían con el rollo de que seguían a una estrella, ¿qué más estrella que Herodes? A los camellos les habría tocado dar una vuelta por la montaña de cartón por estar cortada la calzada real y prohibido el acceso a Belén para animales de pezuña dura. Además, nada de humear incienso, salvo que justificaran que iban a un convite.
Estaríamos ante un nacimiento insólito con más complejidades en la maqueta. El ángel aparecería sin lucecitas en la espada por estar penada la contaminación lumínica, (el final de los anuncios de neón ha molestado al sindicato de ángeles, lo piensan recurrir al Constitucional de Roma donde ofician Gayo, Paulo, Ulpiano, Papiano y Modestino). Los pastorcillos que se acercaran en plan oferente lo tendrían crudo porque todo sería zona verde y no se contemplaría la eximente de ver al hijo de Dios para que te quitaran la multa. Norma que se aplicaría a San José porque a pesar de estar censado no habría sacado la tarjeta de residente a tiempo, ¡las prisas!
¿Qué hubiera pasado?… si Virginia Drake, autora de Esperanza Aguirre. La presidenta, hubiese sido la cronista oficial de Judea; inimaginable. Quizá los evangelios habrían sido distintos al saberse que Jesús no soportaba a Tomás y que San Pedro estaba harto de los milagros circenses, en especial el de caminar sobre las aguas. Sin contar con el mosqueo de la Magdalena al saber que habían publicado que no llegaba a fin de mes, y el rebote de un pastorcillo al que llamaron esclavo. De tal manera que Leonardo, siglos después, habría pintado «La última cena» con menos comensales, (todos peleados con todos). Y Octavio-Rajoy hubiera pasado a la posteridad por ser el autor de ¡Joder qué tropa!, best-seller en oriente. Aunque todo portal de belén tiene algo de 13 Rue del Percebe, hay cosas que son mejor dejarlas como están. Como si nunca hubieran cambiado.
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