Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Uno empieza a comprender el enfado y la inquietud del militante socialista madrileño que ve como Miguel Sebastián no termina de arrancar la precampaña. Hay en el candidato un sentido tan excelso del juego limpio que es posible que Gallardón le acabe matando a besos.

Sebastián se ha dado una vuelta por el centro de Madrid para que la gente le vaya conociendo, (eso está muy bien), pero sigue sin presentar batalla (eso está muy mal). A la vuelta de la esquina está el tobogán electoral, por el momento vamos subiendo lentamente la cuesta de la montaña rusa pero llegará el punto de la caída, pasa siempre. Y Gallardón está mejor colocado, le lleva cuatro vueltas de ventana por lo que los pasos de Sebastián deberían ser más largos y más seguidos.

La propuesta de homologar el billete de transporte público de Madrid con el de Barcelona no es una idea que ilusione. No todo el mundo utiliza el puente aéreo, sin mirar la estadística de viajeros seguro que a muchos le gustaría que se homologaran todos los tramos de la red de transportes de Madrid. Bien está que un catalán que nos visite pueda utilizar su billete de autobús para coger el metro, pero resultaría de mayor impacto que un madrileño que viviera en Leganés pudiera viajar hasta el centro de la capital al mismo precio que un vecino del barrio de Tetuán.
A veces el impacto se consigue siendo menos divino y más mundano.

Sebastián juega a la prudencia y es posible que se le vuelva en distancia.
El público que llena la sala aguarda a que termine el redoble de tambor que marca la espera para saber si habrá doble salto mortal con salida en tirabuzón, o el cohete se quedará en humo y olor a pólvora mojada.

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