«El atasco es una excusa para todo»

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO:
Orígenes: Valladolid, 1979.
Currículo: Licenciada en Derecho y Empresariales (ICADE), trabaja en la banca.
Al margen de su trabajo como ejecutiva decidió reflotar un antiguo tablao flamenco del centro de Madrid para convertirlo en un local neoyorkino, empresa en la que participa junto a otros ocho socios. De manera intencionada ha buscado un ambiente moderno con una cocina tradicional, no hay nada minimalista en los platos, el concepto ?ración española? se mantiene en su abundancia bíblica.
Aficiones: ?leer, viajar e ir al cine?.
Debilidades: ?me vuelve loca comer chocolate. Un vicio que no puedo contener?.
Virtudes: ?tenaz, activa y muy responsable?.
Defectos: ?un poco cabezota y aunque tengo buen carácter ¡también tengo mis momentos!?.
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Las dos pasiones confesables de Carla Pesquera son la gastronomía y los viajes. Resultado de las millas acumuladas como pasajera es el gusto por los locales de estética moderna y no ha parado hasta conseguir un trozo de Manhattan cerca de la Plaza de Santa Ana. Su restaurante Mezklum extrema el cuidado en la decoración y cuenta con una original manera de comer en Madrid: tumbado. Esto ya lo hacían los romanos en los triclinium, pero la moda, que siempre manda, dice que es un estilo que viene de Nueva York.

Pregunta.- ¿Por qué comer tumbado?

Respuesta.- Pensamos que era un buen reclamo que ya funcionaba fuera de España. ¡Pero también tenemos mesas para comer sentado como en un restaurante normal!

P.- ¿En homenaje a Roma?

R.- Nos pareció que era una zona muy bonita, con unas cortinas, las camas y una fuente en medio.

P.- ¿Hay derecho a siesta?

R.- (Risas), ¡si quieres quedarte… pero sólo hasta las cinco, cuando se marchan los camareros!

P.- ¿Si hay cama, para qué tener hambre?

R.- Eso ya depende de cada uno. Lo normal es que se cene y luego… (risas).

P.- ¿Hay sugerencias para mejorar lo horizontal?

R.- Dentro del restaurante recomiendo los platos… luego ya el postre que se lo tomen fuera (risas).

P.- ¿Por qué la vida no ofrece carta para elegir?

R.- Es más divertido que haya incertidumbre, también a veces te equivocas y te comes dos primeros platos y tienes que buscar al segundo.

P.- ¿O el mismo postre?

R.- Es verdad, también pasa a veces.

P.- ¿Partidaria de la hamburguesa XXL o de la ministra?

R.- Estoy a favor de la hamburguesa y no de la ministra, siempre que a la gente se le ofrezca la información correspondiente.

P.- ¿Cuál es su pasión gastronómica?

R.- La paella y el cocido madrileño, por supuesto también la tortilla.

P.- ¿Usted cocina bien?

R.- La verdad es que poco. Los huevos fritos los rompo en una taza y luego los paso a la sartén, ¡no se estropean nunca!

P.- ¿El método no falla?

R.- Al que inventó romper el huevo en la taza hay que darle un premio como al de la fregona.

P.- ¿Y si el diseño sacrifica a la cocina?

R.- Me parecería fatal, un restaurante por encima de su diseño lo que ofrece es comida.

P.- ¿En Madrid comemos bien?

R.- Abunda mucho la comida rápida, yo la he sufrido por culpa del trabajo.

P.- ¿Quién dice «como cualquier cosa» es de fiar?

R.- No lo sé, supongo que sí… es justificable un día, no siempre.

P.- ¿Qué comerá hoy?

R.- Hoy foie y luego solomillo con queso de cabrales.

P.- Poco castizo el menú…

R.- Sí, pero son dos platos que me encantan.

P.- ¿Trabajar en el centro es una locura?

R.- Lo es. El tráfico es imposible, la gente en Madrid sabe que si quiere ir a algún sitio algo le cuesta.

P.- ¿De quién es el centro ahora?

R.- Del ocio, porque todavía en el centro es donde a todo el mundo nos gustaría vivir, al menos con determinada edad.

P.- ¿El atasco es una enfermedad natural?

R.- (Risas)… Sí, el atasco es una enfermedad crónica del madrileño y una excusa para todo. Yo lo sufro, me desespero y escucho música.

P.- ¿Se aprende a comer viajando?

R.- Sí, este verano estuve en Vietnam y en Camboya, donde tienen una gastronomía muy interesante.

P.- ¿Allí dan paellas?

R.- Toman arroz pero le aseguro que no sabe igual. La comida camboyana es buenísima, pero limitada al arroz.

P.- ¿Pueblo que come bien, pueblo feliz?

R.- No hay nada más que ver el carácter de la gente en los países donde se come bien: España, Italia, Francia, etc…

P.- ¿Su capital gastronómica?

R.- En París se come refinado, pero en Nueva York comes de todo y muy bien.

P.- ¿Se levanta a las tres de la mañana para ir a Mercamadrid?

R.- ¡No!… alguien tiene que ir a las tres de la mañana a Mercamadrid, ¡pero no soy yo!, eso es cierto.

P.- ¿Seguro que no lo dice su contrato?

R.- He mirado perfectamente hasta en la letra más pequeña y no venía nada, además soy abogada.

P.- ¿Qué no pasa en un restaurante?

R.- En torno a una mesa pasa de todo, hace poco presencié cómo se rompía una pareja.

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