Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Hay colegios que son pequeños Guantánamos a escala reducida, con patios violentos, aulas cargadas de tensión y cuartos oscuros. Centros educacionales donde el miedo es moneda de curso legal y la autoridad aparece como un barco entre la niebla: un objeto difuso.
Los sindicatos de profesores quieren que las agresiones sean calificadas como atentados a la autoridad, pero la aplicación de una norma más coercitiva no elimina el riesgo. Una sociedad que no respeta a sus maestros es un espacio enfermo donde faltan las más elementales reglas de la convivencia, construir más kilómetros de AVE mientras se abandona la enseñanza es terrorífico, pero en los programas electorales nadie lleva a la educación como punto fuerte. Hasta el momento la enseñanza ha sido un techo con goteras que se mantenía en un estado lamentable pero no de ruina, una vez que se ha quebrado la barrera del respeto el agua ha caído a chorros. Si fuera un edificio dirían que estaba en ruinas pero como es una materia política se argumenta que está en estudio y desarrollo. Alguien dijo que el niño era sujeto de derechos olvidando que también le corresponden sus obligaciones que debe cumplir. Considerar al alumnado como cuerpos gloriosos de angelicales maneras es un error, y mucho más no aplicar las sanciones que las normas escolares contemplan. Lo que no puede ser es que el alumno toree al profesor y llegue a la agresión como parte del juego, incluso para grabarlas y difundirlas en Internet.
No hace falta organizar un congreso de teólogos para concluir que el cuarto mandamiento ?honrarás a tu padre y a tu madre?, lleva implícito ?y a tu maestro? (que es el padre que la vida te dio para formarte como persona). Además de sancionar y perseguir las agresiones lo más lamentable es que el alumno pueda perder el cordón umbilical con el conocimiento, si no hay docente no hay partero, no hay nacimiento en la vida científica. Los maestros no son seres divinos pero sin ellos sí que somos menos humanos; ya venga la LOE, la LOGSE o el mismísimo San Agustín de Hipona a rendir cuentas.
Es el momento para que los políticos decidan si vamos a tirar muchos años con los parches sobre nuestras conciencias o si le vamos a dar un lavado de cara integral al modelo educativo. Todo ha ido en un ?perfecto equilibrio inestable? hasta que han aparecido las agresiones a los profesores, me consta que a ellos les ha extrañado menos porque lo veían venir; a base de faltarles al respeto les han terminado faltando a su físico. El escalón previo fueron las agresiones entre los alumnos. Es posible que ahora importe menos quién inició la pelea que cómo la podemos detener.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion