Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Símbolo de la riqueza que nos define es que las patatas aparecen como aperitivo, (tal vez para acompañar a unas aceitunas con el vermouth); ya han dejado de ser el plato principal y casi único de nuestra dieta. La patata castellana hizo por la unidad de España mucho más que diecisiete estatutos de autonomía, aquella patata que nos liberó de las hambrunas y le dio sabor a los guisos de posguerra. Hoy la patata está amenazada por la bacteria “ralstonia solanacearum” que se ha dado una vuelta por las plantaciones entre Villagonzalo y Cabrerizos. Las bacterias es lo que tienen: aprovechan el menor resquicio de la higiene para colarse en nuestros alimentos, sobre todo cuando el río baja contaminado.
Al Gore, el que fuera vicepresidente de Estados Unidos con Bill Clinton, denuncia el calentamiento global del planeta y su total destrucción si no hacemos nada de aquí a los próximos diez años. Si quieren pasar un rato agobiante no dejen de ver el documental “Una verdad molesta”. La teoría de Al Gore podría parecer ingenua comparada con la de James Lovelock, que sostiene que los cambios climáticos aniquilarán al 80 por ciento de la población antes de que termine este siglo. Los polos se deshelarán, los ríos bajarán con agua púrpura y todo lo que proceda de la tierra serán productos tóxicos. La culpa no hay que buscarla muy lejos de nuestro entorno: somos los únicos responsables de la falta de respeto con los recursos naturales que nos fueron dados cuando aparecimos en el planeta.
El ser humano es tan estúpido como para destrozar el entorno natural a base de continuos desprecios, a pequeña escala tiramos latas y plásticos al campo y en mayor grado se consiente que haya empresas que contaminen sin ninguna inspección. El mal es colectivo pero la responsabilidad es individual, a cada uno nos corresponde una parcela en este infierno climático.
La “ralstonia solanacearum” dejará mudos durante cuatro años a los campos afectados, es el tiempo prudencial para que el suelo se oxigene, pero seguro que en ese plazo surgen otras amenazas a la tierra que nos parió. La capacidad de regeneramiento que tiene la tierra es menor a la destrucción de los hombres. Las patatas son inocentes tubérculos que honran nuestros platos en múltiples formas de presentación, sin ellas no existiría nuestra tortilla (con o sin cebolla). El documental “Una verdad molesta” deja varios interrogantes difíciles de explicar: los obvios son los climáticos, pero también uno se pregunta por qué aquella escasa diferencia de votos favoreció a Bush, un presidente radiactivo, dejando a Al Gore fuera de la Casa Blanca. Será otra consecuencia del calentamiento global y de la crisis de la patata
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion