Paco Fernández Ochoa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Unas imágenes en blanco y negro nos recuerdan que Francisco Fernández Ochoa fue nuestro primer campeón de esquí olímpico, aquello fue una proeza teniendo en cuenta que el Régimen era cualquier cosa menos amante del deporte, (a excepción hecha de la demostración sindical en el Bernabéu). Franco sólo cazaba, la nieve le parecía esa cosa tan exótica que practicaban sus nietos los modernos.

Nada más cruzar la línea de meta le pusieron una corona y el locutor le bautizó como Paquito, un término del que no se ha librado ni en las necrológicas. Luego montó una tienda y siempre estuvo a disposición de quienes le querían hacer una entrevista. Quizá a veces demasiado dispuesto por lo que no era extraño verle en programas tan extraños como “Furor”, o en cabalgatas de reyes magos.

Tiene uno la impresión de que siempre fue un niño al que premiaron demasiado pronto, es como si a un escritor le dieran el Nobel con diecinueve años. Era un gran deportista pero mejor persona; afable, risueño, inocente y sentimental.

Luego vino el cáncer a horadar sus cavidades hasta que lo derrumbó por dentro como se hace con las casas de las que se quiere conservar la fachada. En realidad se ha muerto en plena juventud, siempre se lo tomó todo con mucho sentido de la juventud.

La muerte no tiene piedad ni con los niños que se llaman Paquito.

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