Lo incómodos y molestos que son los pobres

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Puede que los seres humanos sean iguales, pero a veces cuesta admitirlo; en muchas ocasiones somos tan distintos como animales de otra especie. En la Corredera Baja de San Pablo, los vecinos se han manifestado porque están hartos del desorden que provocan los mendigos que acuden al comedor de caridad. Quede claro que no tienen nada en contra de los indigentes, sino que tiran por elevación contra la Santa, Pontificia y Real Hermandad del Refugio y Piedad de Madrid que desde 1615 se ocupa de que los pobres coman, algo muy revolucionario. Si la Real Hermandad de etc y etc estuviera en la calle de Castelló, los vecinos del Barrio de Salamanca saldrían con idénticas pancartas, idem en Moratalaz o en Chamartín. Los pobres son gente muy molesta y de escasos modales, arrojan los bocadillos que no les gustan al suelo y orinan. Baroja retrató un Madrid con pobres pero ahora que somos ricos ni leemos a Baroja ni nos gustan los mendigos, ¡hay que joderse! Se le podría pedir al alcalde que los meta en unas galerías subterráneas para que dejen de estropear el paisaje, crear una reserva de pobres en El Retiro donde se tiren bocadillos a la cabeza.

Nadie puede culpar a los vecinos de la Corredera, en realidad casi todos haríamos lo mismo, pero tampoco se puede negar la labor centenaria de este albergue de caridad donde a veces se remangan ricos empresarios para ayudar con el tute de las bandejas. Si supieran la identidad de algunos de ellos se pasmarían. Es cierto que ofrecen comida pero lo mejor es el alimento que dan al espíritu: muchas de esas personas son escuchadas al menos una vez al día, alguien les mira a los ojos para decirles «ten, buen provecho, amigo». A menudo pensamos que el prójimo es algo tan lejano y exótico como la ciudad de Samarcanda, pero en Madrid tenemos a unos cuantos indigentes que sólo son noticia cuando los mata el frío. Me refiero a esos parias que cuando mueren se les entierra por el procedimiento de caridad y nadie va detrás de su ataúd.

En cierta ocasión, a un ex director general de Industria de la Comunidad le plantearon la queja de unos vecinos afectados por un poste de electricidad, y resolvió: «¿Quién estaba antes el poste o los vecinos?». Pregunta que nos podemos hacer de nuevo: ¿qué fue antes, el pobre o el vecino? Pobres de Madrid que una vez al día tienen la oportunidad de comer caliente. Luego están los pobres de espíritu, ésos tienen de todo incluso poca vergüenza.

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