Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Los voceros de la banda no tienen munición para disparar, por eso arrojan comunicados de madrugada. Los dejan en el suelo como si fueran anónimos, en el fondo lo que pretenden es seguir contando en el pulso con el Estado, más que amenazas son reclamaciones de amante despechado. Zapatero le llama a toda esta desazón ?proceso de paz?, aunque el ciudadano corriente lo entienda como una libertad tutelada, en el fondo los canallas se arrogan la capacidad de soplarnos el miedo en la nuca, infame condición la suya, (nada nuevo por otra parte).
El proceso, el diálogo, todo aquello que se haga para acabar con ETA debe tener un silencio pactado, por eso incomoda que hablen los que más tienen que callar. No olvide el presidente que también somos muchos los que guardamos un prudente silencio con tal de no jorobar la negociación, pero eso no quiere decir que no tengamos opinión, sentimientos, deseos y ganas de que se cumpla la justicia. Callamos pero no olvidamos el largo sendero de la pólvora que ha roto España en mil tumbas, pero insisto en que nos merece la pena acabar con el terrorismo. Hubo otros intentos como el GAL que fueron execrables y que avergonzaron a todos los que creemos en la pureza del Estado de derecho; por lo tanto es nuestra oportunidad y quién sabe si la última.
Me incluyo en la parte de población que estamos dispuestos a no hacer preguntas mientras se negocia el final de la banda, siempre y cuando se haga por cauces legales, también sin pagar facturas ocultas. Todos los gobiernos lo han intentado y a mí no me preocupa quién sea el presidente que lo consiga sino cuándo y a ser posible pronto. No olvidemos que la incertidumbre juega de su lado y la congoja en el nuestro.
Los más débiles son, como siempre, los periodistas que escriben sobre ETA para que luego unos tipos de ?Gara? los anoten en su lista de ejecutables. Sepan que nos podrán matar por la espalda pero no podrán callarnos por la cara. De ese tipo de periodismo de matones y canallas también nos queremos librar para siempre, viva la libertad aunque nos cueste y nos duela, aunque nos pinten una diana en la cara. Uno lo único que pide es que la paz avance sin que le salgan lobos en forma de comunicado a cortarle el camino. Aunque tengamos que pagar un curso de reciclado a los matones cuando se queden en paro, (urge buscarles una ocupación para que no se aburran cuando llegue el final). Pensar en el fin de la violencia no es una utopía, es un deseo tras el que empuja la mayoría de la población española consciente de que la paz puede tocarse con los dedos.
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Etiquetas: la gaceta de salamanca, opinion