Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Gracias a los sistemas de comunicación el mundo se amplia, (aquello de la aldea global), pero a los efectos de las libertades hemos vuelto a la baja Edad Media, donde o te amputan el frenillo por ofender a Mahoma te insultan por ofender a Cristo. Actos de una virulencia desproporcionada cuando la cultura anda por medio, como si existiera el agravante de actuación pública.
El último episodio lo ha vivido la cantante Madonna en Moscú donde fue recibida por militantes acérrimos de la iglesia ortodoxa que le afeaban la conducta por utilizar un crucifijo en uno de sus números musicales. Esos mismos observadores de la santa regla serían capaces de pasar a cuchillo a una cofradía sevillana por sacar un cristo a las calles. Pocas bromas cuando la fe deja de ser ciega y pasa a tener ira bíblica.
Muy al contrario Madonna, la provocación rubia, encontró el aplauso de un público que no le censuró y tomó la música por lo que es, una forma de expresión artística que no tiene límites.
Paradoja que nos sirve para reflexionar si acaso estamos regresando a las cavernas de la libertad y a los miedos escénicos. Si Mahoma y Cristo no son más que símbolos para atacar a los que no piensan como ellos creen. Por el momento son menos lo que braman pero ya veremos si después de hacerse con el ruido también se quedan con la multitud. Entonces apañados estaremos hasta debajo del agua.
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Etiquetas: el boletín, opinion