(“La Gaceta de Salamanca“, 8 de abril. 2012)
Decir que la crisis galopa es bastante cursi sobre todo en España dónde si mucho corre la crisis más deprisa huyen los españoles de vacaciones. Merkel, que todo lo ve, se habrá quedado sorprendida al ver cómo un país al que recomiendan recortes y medidas activas no pierde la capacidad por coger el largo puente de la semana santa. Aquí estamos dispuestos a admitir todo tipo de recomendaciones menos las que afectan directamente a nuestra reconocida capacidad para el escaqueo. Habrá quién piense que se fastidie la Merkel porque en Berlín no tienen procesiones.
Lo cierto es que España se detuvo el miércoles justo cuándo empezaba la operación salida y volverá a reactivarse mañana lunes, y poco ha importado que le cantaran saetas a nuestra moribunda prima de riesgo. Al revés, lo de la prima ni siquiera nos parece que sea de la familia, nos afecta poco.
El descanso nos lo trabajamos de maravilla, parece que no hemos nacido para otra cosa. En Alemania se dejan influir por Kant y aquí nos perdemos por reponer “Verano Azul” a toda costa. Todo lo que ganamos en descanso lo perdemos en educación, (en su día ambas materias fueron objeto de un mismo ministerio en el que colocaron a Solís, “la sonrisa del régimen”). Según el último informe PISA estamos en el furgón de cola de la educación europea, tampoco hace falta que lo juren porque se nota. El paradigma educativo es Finlandia, una sociedad que tiene la buena costumbre de respetar a sus maestros y de proporcionarles una buena formación continua, algo que desde aquí suena a cosa de marcianos. En vez de optar por una sólida educación como camino de la crisis optamos por un buen puente que nos haga olvidar la misma.
Cuándo el ministro De Guindos anuncia reformas en educación ya nos podemos echar a temblar porque eso significa que se perderá calidad en función de resultados económicos. Algo que es caro hoy puede resultar muy rentable mañana, juzgar a la educación por resultados a corto plazo es equivocarse otra vez y así hasta destruir lo poco que se sostenía en pie de un sistema francamente mejorable. Tener docentes recortados y frustrados no es un buen principio de nada, mucho menos de crecimiento intelectual de los alumnos.
El peligro está en que alguien haya pensado que igual que Samuelson puso aquel ejemplo de los cañones y la mantequilla, (una sociedad tenía que elegir entre producir para la guerra o alimentarse), aquí en España crean que educación o descanso, y como esto último se nos da tan bien entonces ya hemos solucionado el problema. De momento no aflojamos en puentes y vacaciones, por lo tanto está claro cuál es nuestra opción favorita.
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