(“El Boletin“, 31 de octubre 2012)
En este país tan simpático en el que nunca terminan de pasar los virus, cuándo no es la sofoquina del verano son los catarros del otoño, se anuncia que se suprimen los puentes pero empezamos uno hoy mismo. Somos así de originales.
Comienza “jalovín” y uno se pregunta cómo se hace para distinguir en la sede de Ferraz entre los cuchillos de broma y los afilados de verdad, cómo diferenciar a zombies de vivos y cómo encontrarse con Alfredo en el ascensor y reprimir las ganas de darle el pésame, tanto por las fechas como por el partido. Alfredo, tío, si puedes coge el portante y vete lejos hasta que haya pasado este puente ilegal de los que quedan pocos y aprovecha para poner tierra de por medio antes de que se levanten unos cuántos de sus tumbas. Chacón estaba tan contenta en su panteón del olvido hasta que “El Mundo” le ha devuelto a la portada, y junto a ella Griñán que viene pegando duro desde el fondo, y así hasta completar este baile tipo “Thriller” que ensayan algunos en el garaje de Ferraz.
Lo más recomendable es mirar la web de la DGT para saber a qué hora es la buena para salir corriendo rumbo a una casa rural de esas que garantizan no tener cobertura de teléfono y presumen de una chimenea potente en la que se pueden pasar las horas sin decir palabra y acariciando a un gato entrenado para no arañar a las visitas.
El “jalovín” de Ferraz este año amenaza con provocar algo mas que heridos porque detrás de Chacón está el marido y detrás de Griñán unas ganas de venganza que claman al cielo. Y aún faltan Tomás Gómez y José Blanco que anda ahora preocupado por cortar el cuello a los disidentes en Galicia, a esos que torpedearon la campaña de Pachi Vázquez aunque aquella campaña estaba perdida por ausencia de talento.
Así que lo prudente es que Rubalcaba haga como en el parchis: “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente”. Dejarse llevar por el silencio hasta que pase el puente de primeros de diciembre, luego vienen la Navidad y la gente está muy dedicada al sorteo del Gordo. De momento ni dejarse asomar por el despacho a recoger papeles, los muertos vivientes están ahí a la espera, babean en alto, se les escucha relamerse.
Compartir: