(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 20 de octubre 2013)
Bárcenas tiene altas cuotas de popularidad curiosamente “pagadas” por aquellos que se empeñan en silenciarle. Parece de locos la peculiar estrategia que sirve a Bárcenas como altavoz sin salir de Soto del Real, recuerda a La Vida de Brian cuando el soldado le descubre haciendo una pintada con faltas de ortografía y tras regañarle porque ni el verbo ni el sujeto concordaban le obliga a escribir cien veces “romanos iros a casa”, (y de tal manera amanece pintado el palacio del gobernador). Algo parecido ha hecho Cospedal al darle sitio y pantalla en un juicio que fue un duelo de pulgadas y de malas pulgas.
Bárcenas no se apea de sus declaraciones, mantiene la imagen de contable duro con traje, corbata y pañuelo en el bolsillo. Si no fuera porque la señal de la televisión venía desde la cárcel podríamos pensar que estaba en su despacho de Génova. Esa condición de guardián de las llaves le otorga un poder en el PP que recorre la espina dorsal de sus peores y mejores años. El peligro que tiene es la memoria que maneja y le lleva a recordar cantidades y secretarios generales que pasaron mientras él permanecía de repartidor de sobres.
El juez dirá si miente o cuenta la verdad pero de momento gana el duelo de imagen frente a Cospedal a la que se le veía arrepentida por haber llegado a un juicio que despierta una curiosidad que va desde lo político a la crónica rosa. Prueba de la tensión es el tropiezo inoportuno que tuvo a la salida del juzgado toledano, si no llega a encontrarse con el árbol se hubiera dejado las rodillas en el asfalto. En cambio nadie diría que Bárcenas tras declarar ante la cámara se quitaría el traje y volvería a sus quehaceres de preso y quién sabe si al socorrido chándal que igual sirve para acudir a un taller penitenciario que para jugar a baloncesto.
Bárcenas es perpetuo: aparece cuando le daban por amortizado, siempre igual de impoluto. Bárcenas no pierde la memoria ni las formas, no tartamudea, no tiene la cara demacrada, parece que acaba de salir de un spa en lugar de haber dormido en una celda común, en un cuarto infame si lo comparamos con los hoteles a los que estaba acostumbrado.
La demanda de Cospedal es para salvaguardar su honor manchado por las palabras de Bárcenas, una apuesta que sólo puede saldarse con victoria porque en otro caso se le volvería el tiro en contra. En el PP insisten en señalar la condición de mentiroso de su antiguo contable pero aún resuenan las palabras de Rajoy cuando dijo que todo era mentira salvo algunas cosas que se han publicado. Esas “cosas” son las que dan solidez a la posición de Bárcenas.
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