(COLPISA/VOCENTO 1 de octubre 2012)
Un espectáculo es un barco varado cerca de la playa, lo hemos vuelto a ver este fin de semana de vientos y lluvias cuándo el temporal arrastró a dos cargueros a la playa de El Saler en Valencia, ahí que fue el personal con la cámara de fotos. Esa misma lógica aplicada a los países encallados nos lleva a comprender por qué somos el centro de las atenciones mundiales por nada bueno: los inversores se acercan a mirarnos con pavor y el resultado son la elevada prima de riesgo y la desconfianza en la Bolsa española. Nos ven como un país inclinado cuál Costa Concordia con la panza abierta y la quilla en horizontal. Podemos darnos cabezazos contra la pared pero solo íbamos a desconchar el gotelé, esta es la realidad y a partir de ahí todo puede empeorar como diría Groucho.
Y lo que no está encallado, (bancos, cajas, créditos, marca España, políticos y derivados), aparece encanallado: a la cabeza de ellos Artur Mas y le siguen igual de indignados aunque por distinta causa los recortados, congelados, pensionistas, autónomos, y atrapados entre el IVA y el IRPF. Quizá demasiadas fuerzas tiran del barco hacia la playa y pocas intentan sacarlo a mar abierto en una operación de rescate; de esa forma no hay manera de salir del banco de arena en el que nos hemos metido con todo el peso de nuestro viejo cascarón. El gobierno, cargado de legitimidad democrática para ejercer también podría tener la sensibilidad de que no todo el mundo está contento dentro de la nave.
Los médicos visitan a sus pacientes ingresados en planta todas las mañanas, pasan a ver cómo están, charlan con ellos, les dicen cómo va el tratamiento y les cuentan cómo piensan avanzar en su mejoría. En el gobierno de Rajoy nadie quiere hacer el papel de médico pero deberían tener mayor presencia ante la cama del enfermo o las vallas ante el Congreso se pueden convertir en enfermedad crónica. El enfermo agradece que su médico de muestras de humanidad y que haga del doctor Marañón, aquel que acompañó a Alfonso XIII en su visita a la entonces comarca deprimida de Las Hurdes en 1922. Marañón además de una eminencia científica era un hombre dotado de gran humanidad, es decir el ejemplo del galeno perfecto.
Con este cuadro clínico Rajoy debería dar la cara mas a menudo, son muchos los asuntos que demandan respuesta. Este vacío de responsabilidad es el que lleva a crear héroes mediáticos como el camarero del bar del Paseo del Prado, la adaptación a la era digital del cojo Manteca. Y por ese motivo no dejamos de ser noticia en la prensa extranjera. Ya hay quién piensa en rescatar la vieja pancarta de la Plaza de Oriente: “si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos”. También había otra: “Europa culpable”.
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