(“OTR“/Europa Press, miércoles 6 de noviembre 2013)
En lenguaje judicial le llaman ‘Operación Heracles’ pero para que nos entendamos se trata del Comando Langostino que con alegría y desparpajo trucaban facturas de juergas varias para que pasaran por cursos de formación que pagaba la Junta de Sevilla que a su vez mantenía una vigilancia de vista gorda porque ‘tó er mundo é güeno’ mientras se trate de pulir fondos públicos. La resistencia a dimitir del secretario general de UGT-A en Cádiz, Salvador Mera, arrastró a la cúpula del sindicato que tuvieron que poner sus cargos a disposición para que Mera se diera por aludido. Le costó, ha demostrado una sordera selectiva de primer nivel.
Si no llega a ser por Heracles nunca se hubiera disuelto el Comando Langostino. Los primeros en lamentarlo han sido los pescadores de gambas de Huelva porque se quedan sin su principal cliente y en tiempos de crisis es una noticia dura. No llega a categoría de tragedia pero casi, como si la flota pesquera se quedara amarrada durante unos meses teniendo que intervenir el ministerio de Arias Cañete y quién sabe si hasta el comisario europeo de pesca. Después de los pescadores también se verán tocados los vendedores de manzanilla porque a palo seco las gambas entran peor, y así hasta completar una cadena de afectados que vivían de estos magos de las finanzas camuflados de hermanitas de la caridad. Duro golpe también para los servicios de fiscalización de la Junta de Andalucía que tocaban tambor y chirimía bajo los naranjos mientras les colaban facturas que olían a langostinos que echaban para atrás pero las dieron por buenas. Con unos controles tan ‘rigurosos’ y exhaustivos jamás se hubiera descubierto la mamandurria.
Ya decía el hoy senador Cháves que si un director general quiere robar pues roba, y lo decía con la resignación de quién conoce el paño, como el que asume que la corrupción es parte de la rotación de la tierra. El Comando Langostino se considera una rama separada de los rostro-pálidos que viven a costa del contribuyente. Como es evidente “viven” que da gusto, con la alegría que dar repartir el botín en un garaje. Son de aquellos que creen que mientras no se demuestre la existencia de un mas allá están dispuestos a trincar lo que tengan a mano en es el mas acá. Unos manirrotos porque se lo pueden permitir.
En adelante cuando el Comando Langostino quiera correrse una juerga tendrá que salir de su bolsillo. Sería una pena que renunciaran al baile después de las horas de academia de sevillanas y el cursillo de palmeros. Quizá se les han acabado los días de sindicalistas pero se les abre un filón como animadores de cruceros. La vocación la tienen muy marcada.
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