(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 13 de octubre 2013)
Un ejército demuestra su valía en las misiones que les encargan, en la formación de sus mandos, en la profesionalidad de la tropa y en su alto grado de sacrificio. Todo eso lo tiene mas que acreditado el actual ejército español sin necesidad de presumir en un desfile una vez al año. Lo que no es de recibo es que el Gobierno confunda recortes con austeridad severa y con hacer el panoli; lo de ayer en Madrid fue la versión “light” del peor desfile que se conoce. No es necesario caer en la parafernalia de Corea del Norte que pasea por las calles misiles de largo alcance pero nuestras tropas se merecen algo mas que diez minutos pasando ante la tribuna. Para semejante patochada será mejor que el año que viene Morenés haga el desfile por el carril bus y así no tienen que cerrar el tráfico en el Paseo de Recoletos.
Llevados por el afán del ahorro nos ofrecieron la versión mas breve de lo que es el actual ejército. Incapaces de recortar en la paquidérmica administración pública, y en asesores, se ponen farrucos a la hora de meter la tijera a las tropas. El verdadero desfile, (pero para eso no tienen narices), es el de enchufados subidos al coche oficial por La Castellana, estaríamos horas y horas contemplando el paso de vehículos oscuros con un preboste en cada uno de ellos que podrían bajar la ventanilla para tirar caramelos al pueblo. Mamelucos llegados de todos los puntos de España para festejar el Día de la Hispanidad como mejor saben hacerlo: calentando con su culo aquello que no es suyo pero de lo que han tomado propiedad por la vía del “¡a mí no me sacan de aquí ni con agua hirviendo!”. Si los coches fueran descapotables sería mas vistosa la comitiva y en serio que duraría un rato largo. Por ejemplo: la señora ministra de Trabajo y sus asesores, a continuación el Ministro de Hacienda seguido de los sabios del “power point”. Después veríamos pasar autoridades autonómicas, la oposición con derecho a vehículo oficial, las diputaciones, ayuntamientos varios. Y cerrando el desfile unos barrenderos que recogieran las cagaditas que dejan a su paso, no porque los coches sean de caballos, si no porque sus moradores por dónde pasan lo dejan todo perdido.
Lo de ayer es una burla sin precedentes. Esta semana nos hemos enterado de que a Montoro no le gusta el cine español y que al Ministro de Defensa tampoco le interesan las paradas militares. Este Gobierno está lleno de complejos absurdos, lo último roza el ridículo. Acabarán haciendo el desfile moviendo unos soldaditos de plomo sobre una maqueta mientras Morenés hace “tachún-tachún” con la boca para ahorrar en banda lo que luego se les va en jamón y vino español.
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