(ABC/MADRID, 22 de octubre 2012)
Al Polígono, (Cobo Calleja), le falla una de sus caras desde que la Policía irrumpió en los negocios turbios del señor Ping; por lo tanto no está perfecto y ha cambiado de forma pero no sabemos todavía cuál será la definitiva porque los polígonos irregulares se modifican de manera caprichosa. La geometría tiene sus leyes, igual que las mafias tienen sus costumbres y cuándo se toca uno de sus lados ya nada vuelve a ser igual. Aprendimos en bachiller que calcular el área de un polígono irregular era imposible si no se dividía la figura en varios polígonos regulares, de otra forma no hay quién se las entienda con ellos. Sería el ejemplo más parecido de explicar geometría en chino, valga el símil oriental en lo que pueda servir.
Cuándo se creó el Cobo Calleja más de uno sonrió creyendo que aquel intento del recién llegado Gallardón iba a ser un fiasco con plumas, pero desde 1995 hasta la fecha ha crecido de manera exponencial. La incógnita es a partir de ahora cuándo se le despoje de la economía sumergida y tenga que valer en el PIB regional por lo que realmente aporta y no por lo que esconde detrás de falsos techos. Muchos trabajadores están pendientes de lo que pueda pasar, no sólo los que servían al señor Ping, también los de la gasolinera en la que repostaban los cochazos que usaba la trama, (la tendencia del mafioso al coche de alta gama es algo digna de estudio, en “Uno de los nuestros” el protagonista reconoce que se hizo de la mafia para poder aparcar el coche en la puerta de casa). Algo hay entre caballos y camellos.
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