(“Las Provincias“/VOCENTO, martes 9 de abril 2013)
En tiempo de crisis afloran las encuestas; los romanos se fijaban en el vuelo de las aves y nosotros en lugar de destripar una paloma lo que hacemos es estudiar datos demoscópicos. La monarquía no pasa por un gran momento, la soledad del rey es de las que hacen ruido en cualquier encuesta que se consulte. A los errores propios cometidos por Zarzuela hay que añadir la labor infatigable de Urdangarin por meter la pata desde que dejó el balonmano y entró en la familia real en calidad de “con-suerte”. El campeón no sale de una para meterse en otra, el duque ficha como ayudante de la selección de balonmano de Qatar, un país cuya letra tiene estrofa de las que pican: “Qatar es una epopeya de gloria y dignidad”.
Urdangarin se nos marcha a la tierra de la “dignidad”, no podía haber elegido destino mejor para avalar su inocencia y alejarse de los correos con los que le amenaza su antiguo socio, y de paso dejar atrás Barcelona. Gracias a los movimientos de ciertos personajes aprendemos un montón de geografía pero sobre todo de chanchullos fiscales. La mayoría tendríamos serias dificultades para acertar con las islas Cook en el mapa pero en cambio la baronesa Thyssen las tiene entre sus destinos favoritos en el navegador. Un dato que ha costado quince meses de trabajos al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, sobre todo porque hay que encontrar la isla en el mapa. En cambio Urdangarin ha localizado rápidamente a Qatar y se ha orientado en cuánto ha leído esa estrofa del himno que habla de epopeyas de dignidad, sin duda que la letra ha sido decisiva a la hora de decidir su destino. No es igual trabajar de “ejecupijo” en Washington a colgar la corbata y enfundarse un chándal para calentar en la pista entre recios jugadores que salen a darlo todo. El chándal saca de no pocos apuros, que se lo digan a los candidatos en las elecciones venezolanas, (aunque el exceso de chándal también tiene efectos secundarios perversos, Maduro dice que “habla” con pajaritos). Esperemos que el duque no pierda la cordura porque el juez Castro todavía le llamará a prestar declaración en un proceso que sigue abierto.
En medio de una crisis de primer nivel que afecta a la jefatura del Estado el duque pone un continente de por medio. Si no hubiera sido por su voracidad en los negocios la infanta Cristina no estaría imputada. Urdangarin será recordado en la historia como aquel personaje que llegó a Zarzuela a través de un butrón sentimental y a partir de ahí dejó los cimientos muy perjudicados.
Hasta el momento la dignidad era otra cosa, se trataba de un concepto poético que se encontraba no en paraísos fiscales si no en los versos de Antonio Machado. Pues en cuánto perfeccione su árabe veremos al duque entonar el himno de Qatar con la mano en el pecho a toda voz. Estará embargado doblemente: por la emoción y por el juzgado. Lo que cate en Qatar tiene que ir a la fianza.
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