(“ABC“/MADRID, domingo 15 de diciembre 2013)
También las ilusiones se vienen abajo como si pinchara la burbuja de las expectativas. Tenía razón Jardiel Poncela cuando aseguraba que la mayor parte de los sueños no se alcanzan, tan solo se roncan. Y en uno de esos ronquidos hemos despertado del sueño americano que nos ha dejado fríos como la foto que acompaña a la hoja de diciembre en el calendario. Gran culpa de este desencanto la tiene la autoridad regional que nos ha “vendido” el proyecto como la salvación de la crisis por la vía de urgencia, como si todo lo que estuviera alrededor de Eurovegas fuera el principio de la ensalada de brotes verdes. En unos planos en colorines los fuegos artificiales iluminaban la noche de Madrid en espectáculo triunfal de opulencia, (y también de falta de buen gusto). Llegó un momento en el que daban ganas decir: ¡qué suerte tienen ellos con sus grandes casinos y esos canales venecianos para ir en góndola y en cambio nosotros apenas tenemos El Escorial!
Márchese señor Adelson y procure no volver por Alcorcón que es una ciudad a la que ha dejado ante el altar con el traje de novia, o con el de Elvis que también se acostumbra a utilizar en Las Vegas como vestido nupcial para esas bodas de madrugada con dos testigos que pone el hotel. Si se le debe la primera piedra no se preocupe porque le pueden arrojar unas cuantas y usted elige la que más le convenza. Tire usted para oriente dónde le esperan en Japón con las mejores condiciones jurídicas porque a usted lo que le interesa es que la banca nunca pierda y, en especial, la suya. Lo de fumar hasta puede ser una auténtica cortina de humo, lo suyo es hacer caja para seguir engordando esa cinturita de avispa propia de empresario de la ruleta.
Tiene suerte de que no viva José Isbert, alcalde de Villar del Río en “Bienvenido Mister Marshall” porque le iba a cantar un pasodoble junto a Lolita Sevilla. Eso sí, lo malo es que Eurovegas se va y EuroHarvard tampoco llega.
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